No sé si hay un dios. No sé si no lo hay. Muy probablemente no lo haya.
Tampoco sé si la muerte es lo que parece: el final relativo de todo.
Desconozco adónde va la conciencia después de la muerte:
si es una luz que se apaga o una paloma que vuela.
Sólo sé —y ya es bastante— que la muerte
hace que los días que pasamos vivos
fulguren de manera más intensa,
estén más henchidos de prodigio.
Quizás la muerte sólo esté ahí para eso:
para dotar de pertinente claroscuro a la vida,
proporcionándole volumen y profundidad de campo.
Vista así, la Muerte cumpliría una necesaria función estética
como parte esencial de la belleza presente en la Vida. Si se sabe esto,
si se asume, el horror consustancial al hecho de morir propende al sfumato.
De las cosas de este mundo. Héctor Amado
El borde del abismo
(relato incidental)
.....Primero de forma inconsciente, pero después ya decididamente determinado (aunque sin saber qué oscura u oculta fuerza le impulsaba a ello), se fue acercando al borde del abismo; había en sus pasos algo de inexorable, como si desde las profundidades que se abrían más allá de aquella línea de ruptura surgiera un canto irresistible hacia el que se viera ineluctablemente atraído. Una vez ya en el borde observó el vacío que se abría a sus pies. Por momentos se tornó más poderosa la curiosidad por conocer qué habría allí abajo que la angustia por saber que, si lo daba, sería un paso sin retorno —sobre todo porque la perspectiva de un retorno hacia lo dejado atrás, lo conocido, apenas suscitaba su interés.
.....Desengañado por una vida vivida como un impostor, sin haberla podido experimentar como algo serio o necesario, algo que es preciso encarar de forma juiciosa y responsable, la verdad es que sentía menos la necesidad de apurar hasta las heces lo ya experimentado que lanzarse a la azarosa aventura —sin vuelta posible— de lo desconocido. Sólo una duda (una más) lo detenía: la sospecha de que en realidad (esa realidad empeñada en expulsarlo de su seno) no hubiera allí nada más que la nada, el vacío total, la ausencia de aventura... por ausencia de conciencia para registrarla. ¿Y si al dar aquel definitivo paso cayera y cayera en un vacío resuelto en sí mismo, sin otro fondo que el mismo vacío, o, lo que es peor, fondeado en la misma nada que todo lo engulle?
.....Esto le detuvo durante un impreciso instante; instante en el que, sumido en una irresoluble perplejidad, se sintió un accidente más de aquel último borde: un pináculo curioso de ser pensante petrificado, a modo de aguja o mirador erguido, a modo de excrecencia de borde arrepentido de serlo, que en vez de invitar a la caída se constituyera en valladar. Allí permaneció, inusitada e inexplicablemente inmóvil: azotado por vientos de dudas que lo hacían bambolearse como un junco sobre el precipicio, y expuesto a cantos de sirena que lo hacían estremecer, con sus promesas de paraísos. A su espalda, la solidez de una vida ya (impostadamente) vivida; al frente, la ignota frontera de la levedad y el albur de lo por... ¿vivir?.
.....El impreciso instante se fue fraguando costumbre, haciéndose uno con el borde y el tiempo, convirtiéndose en accidente del borde mismo, mojón irresoluto de humanidad inerte, hito lindero entre una vida desprovista de convincente razón de ser y una muerte con apariencia de posibilidad pletórica de justificada razón para estar. Mogote de sí mismo, vuelto hacia el abismo, sus ojos entornados contemplaban las escenas de lo vivido como si de un tapiz se tratase: y era éste un tapiz descolorido, ya ajado, en el que podía distinguir, de forma clara, las puntadas mal dadas, los descosidos, las zonas en que el bordado de la experiencia faltaba, dejando al descubierto la deshilachada trama huérfana de la necesaria urdimbre; incluso pudo distinguir los rotos producidos por las polillas del desengaño y la decepción, los ocasionados por un bordado demasiado suntuoso, o los provocados por la utilización de agujas inapropiadas para tan delicado tejido.
.....También contemplaba, desde esa su inmovilidad amojonada, a través de esos sus ojos entreabiertos, desplegarse, como en un fantástico holograma, los paraísos sugeridos por las voces que le llegaban desde el abismo: seductoras y melodiosas como cantos de sirena, ninfas del mar que él imaginaba semejantes a las recreadas por Draper o Waterhouse. El canto de la posibilidad, que de aquellas divinas gargantas surtía, es el más melodioso, el más atractivo, el más irresistible, pues posee el polifónico poder de atracción de todo un Olimpo de diosas y ninfas: el poder del deseo y la esperanza amancebados, el de la consecución del ideal, el de la ansiada realización del yo sin reservas. Y era tal el deleite experimentado por esa visión de lo posible, tal la necesidad de sentirlo como había sentido en los mejores momentos de su impostada vida, que no pudo resolverse a dar el decisivo paso al frente y caer, ni darse media vuelta para retornar a la impostura y claudicar. Por lo que quedó allí, en un difícil equilibrio, participando a un tiempo de la posibilidad del abismo y de la imposibilidad de la realidad.
.....Ahora, ya convertido en piedra, perdidos los rasgos que una vez lo identificaron como humano, sirve de señal preventiva, de baliza, que indica a los curiosos la proximidad del abismo cuando la visibilidad es escasa o nula. También sirve como admonitoria advertencia, desde lo lejos, para los jóvenes o incautos: "allí, donde se levanta aquel pináculo, está el abismo; no os acerquéis demasiado si no queréis caer inadvertidamente". Hay incluso quien se llega hasta el borde del abismo, no por curiosidad o tracción por él, sino para contemplar de cerca esta extraña formación rocosa antropomórfica. Los eruditos dudan si atribuirle naturaleza sedimentaria, magmática o metamórfica, aunque parece que son más los que se inclinan por la última opción, ya que, por un lado, creen poco probable una excrecencia tan singular como ésa elevada incomprensiblemente hacia lo alto. Tampoco creen posible su origen magmático, pues se sabe que el abismo sobre el que se levanta no alberga volcán alguno, antes bien lo que desde él sube es una especie de vaharada fría y húmeda, que en sus diminutas gotas parece llevar disuelto un apenas perceptible sonido vibratorio con atisbos de salmodia coral (un extraño fenómeno, que los propios eruditos, con su curioso sentido del humor, han bautizado con el alusivo y sugerente nombre de cantos de sirena). Queda pues la justificación metamórfica para elucidar su insólita naturaleza; aunque sobre la metamorfosis en sí, aun admitiéndola, poco se sabe: se achaca al capricho de la Naturaleza, motivación socorrida por los científicos cuando se trata de explicar lo inexplicable.
.....Hasta se organizan excursiones a esa línea de sombra que es el borde del abismo sólo para contemplar la inexplicable formación. El abismo, así, ha perdido parte de su exclusividad morbosa, la curiosidad de los que a él se acercan queda restada, mermada, por la que detenta y ostenta la excrecencia pétrea. Algunos, los menos conformistas, se empiezan a preguntar si no será el mismo abismo el culpable y causante de tan extraño fenómeno (una especie de goteo inverso —como un rezumar del abismo— que hubiera ido formando esta especie de inusitada estalagmita). Los más imaginativos, tras observar el otrora orgánico cuerpo convertido en piedra, se vuelven a mirar hacia el fondo sin fondo que se abre en aquel borde para imaginar horrendas cabezas de Gorgonas, florecidas de reptilianas criaturas, surgiendo de las profundidades para mirar a los ojos a quien hacia el fondo sin fondo se atreven a mirar con insolencia, petrificándolo al instante. También hay quien asegura que, en otras latitudes, en el borde de abismos semejantes a este, hay otrosí formaciones rocosas que recuerdan a ésta. No sería éste el único caso pues, lo que es bien poco, y no bastante, para hallar una explicación concluyente al fenómeno.
.....Las autoridades, parece ser, contemplaron en algún momento la posibilidad de demoler la estructura y colocar en su lugar una valla de vivos colores que cumpliese mejor la función preventiva; otros hablaron de levantar un alto muro —más seguro—; y hubo quien abogó incluso por electrificarlo —para hacerlo más persuasivo. El sentido común, no obstante, ha prevalecido, recordando que ni las vallas, ni los muros, ni la intimidación, van a hacer que desaparezca el abismo, por lo que se ha resuelto dejar las cosas como están y convivir con la realidad de un abismo que limita la existencia humana, la condiciona y la modela.
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DER TODTENTANZ
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de la Ciudad de Basilea
de la Ciudad de Basilea
(c. 1440)
.....Se sabe con certeza que es una danza in memoriam (memento mori) de los muchos muertos en la epidemia de peste que asolara la región, y su tamaño excedería al de cuantas hasta el momento existían o llegarían a realizarse en el futuro: 60 metros de longitud de muro ocupadas por una estela de dos metros de alta, con 41 parejas formadas por un personaje representativo y su muerte danzante, sin contar el Predicador inicial que se dirigía desde un púlpito a un público compuesto por los integrantes de la comitiva, y los Muertos Músicos —en número de dos— saliendo del osario tocando pífanos y tamboril. Ha sido, por tanto, la Danza de la Muerte más extensa, y, en el ámbito geográfico germano, tan famosa como la de Lübeck, sino más. Veinticinco años anterior a ésta, y con el valor añadido de crearse en sede conciliar, no es de extrañar que su influencia se haya dejado sentir de forma más intensa que la de la capital hanseática. Si a ello le añadimos que el gran pintor y grabador Hans Holbein residiera en Basilea y que tomara su Todtentanz como modelo para sus Simulacros y su Abecedario macabro (1538), tendremos reunidos los motivos que hacen de la Todtentanz de Basel la tercera Danza más célebre de cuantas hayan existido.
.....Su desaparición, como ya he adelantado, se produce de manera similar a la de Los Santos Inocentes, pues la construcción que le daba soporte, dado su estado ruinoso, fue demolida en 1805 (no sin antes haberse preservado los fragmentos mejor conservados de la muy deteriorada danza).
.....La primera copia impresa de la Danza de la Muerte de Basilea (Todendantz) data de 1580 (1530, si hacemos caso a la portada; dato desmentido por estudios que demostrarían, de forma fehaciente, una menor antigüedad). Esta primera edición impresa, no obstante, no incluye imágenes del mural, sólo los textos.
.....Habrá que esperar a 1616, en que Matthäus Merian realizara sus famosos grabados en planchas de cobre; y a 1621, para que su sobrino realizara la primera edición impresa. La Basler Todten-Tanz de Merian vería la luz de imprenta, y con ella una versión de la danza nueva, ya que éste transformó lo que era una comitiva encadenada (al estilo de todas las danzas murales), en cuadros individuales formados por los diversos emparejamientos personaje-muerto (tal y como haría Holbein casi cien años antes para crear sus Simulacros); con lo que el apelativo de danza perdería así gran parte de su razón de ser.
.....Hay que tener en cuenta, no obstante, y en su descargo, que Merian copió una pintura ya dos veces retocada (la primera en 1568, en que fue modificada en profundidad, acomodándola a los gustos de la época e intentando representar a los personajes vivos de entonces —entre ellos al humanista Ecolampadio—; la segunda, de forma menos sustancial, en 1614/16). A esta primera edición le seguiría otra en 1625, y una más antes de morir el artista, en 1649 es. Ésta ligeramente distinta a la original, tanto en los textos como en ciertos detalles de los personajes o por la adicción de cielos y nubes como fondo de las escenas, lo que aporta profundidad y sensación de tridimensionalidad- Es la versión más repetida y la que se ha transmitido en sucesivas ediciones durante los dos siglos siguientes (la última data de 1830), después, las placas de cobre originales, ya gastadas, no pudieron emplearse más).
.....La Todtent-Tanz aún admitiría dos restauraciones más, en 1657/58 y 1703. Tras esta última, la obra y su ubicación perderían interés, hasta que finalmente, en 1805, la estructura sería demolida. Antes de ello, no obstante, el topógrafo Emmanuel Buchel, en nombre de la Oficina de Construcción de Basilea, realizaría una copia a pluma y pincel (coloreada) de las imágenes con sus versos correspondientes.
.....Esta tercera versión de la Danza de la Muerte —en su edición impresa—, puesta en relación con las otras dos anteriormente expuestas en este blog (la de los Santos Inocentes de París y la de Santa María de Lübeck), muestra genéricas similitudes y singulares diferencias. Como aquellas, se trata de una secuencia de personajes que son incautados (reclamados o interpelados) por la muerte que los acompaña; como aquellas, hay una introducción previa, hay músicos muertos que abren la comitiva; los personajes siguen una, más o menos, secuencia jerárquica o de peso social; como en aquellas, los textos mezclan la sátira con la admonición y la sentencia, el memento mori con el ubi sunt y con el contemptum mundi; como aquellas, su objetivo es mostrar, prevenir y preparar al observador (fiel y creyente, pero no sólo) para bien vivir, pues de ello dependerá en gran medida bien morir, y, sobre todo, en el caso de los creyentes, que esa buena muerte prosiga sin solución de continuidad con una nunca del todo explicitada vida eterna (es en lo efímero de esta vida sobre lo que se cargan continuamente las tintas).
.....Son diferencias, ante todo, la exposición en escenas individuales de lo que tradicionalmente (y así era en el mural original) es una comitiva encadenada, cuyos eslabones se alternan entre vivos y muertos; es diferente cómo se lleva a cabo la secuenciación de personajes, pues como en la de Lübeck (característica protestante) no hay alternancia entre miembros del clero y personajes laicos; pero, además, en la de Basilea, el número de personajes representativos se incrementa en un 100%, hasta sumar 39 parejas de baile, lo que supone una mayor exhaustividad de la representación social; como en la de Lübeck, pero diferenciándose de ella cuantitativamente, la presencia femenina es mayor (a la emperatriz hay que sumar: la reina, la duquesa, la noble dama, la abadesa, la joven, la pagana y la madre); la muerte no es ya esqueleto descarnado, sino famélico trasunto de cuerpo consumido, sólo la calavera —y no siempre— muestra su monda y lironda osamentea; también Merian dota a las figuras de los muertos de una actitud histriónica, como en sus predecesoras, pero él les dota de un mayor dramatismo, y, sobre todo, por medio de detalles característicos, aparecen como verdaderos trasuntos (o modelos especulares) de los personajes a los que acompañan (el muerto que acompaña a la emperatriz es una "muerta" de tetas flácidas y pendulares; el que acompaña al cardenal porta el capelo cardenalicio; con el caballero, la muerte lleva espada; coja aparece con el cojo; con el bufón viste como bufón; etc.).
.....Es curioso observar cómo en esta danza basiliense aparecen personajes que hoy día nos resultarían, cuanto menos, poco aceptables o conveniente su presencia como propotipos representativos, cual son los casos del judío y el pagano, lo que muestra una actitud beligerante y de marcaje de distancias con las otras religiones del Libro. Muy posiblemente algunos tacharían la inclusión del judío, de antisemita; y otros, la inclusión del pagano, de intolerante. En esto, como siempre que se trata de elucidar hechos históricos, hay que contemplarlos, no con distanciamiento, sino, al contrario, con un ejercicio de acercamiento diacrónico al modo de pensar del mundo, entonces, contemporáneo. Lo que sí es evidente, es que esta forma de consideración exclusiva o diferenciadora puede llegar a constituirse en germen de futuras intolerancias.
.....En definitiva, la Todtentanz de Basilea es un valioso mosaico costumbrista y social, una perspectiva crítica, a veces descarnada, a la actitud y comportamiento humanos con una meticulosidad no vista en otras danzas (por más que el mensaje sea el mismo; aquí, en esta, se transmite con más rigor en el detalle a un más amplio abanico de modelos representativos de la sociedad).
DerTodten-Tanz der Stadt Basel
Grabada sobre planchas de Cobre por Matthäus Merian
Edición Impresa de 1649
Todten-Tanz Stadt Basel (Danza de la Muerte de la Ciudad de Basilea)
Portadas de las ediciones impresas realizadas en vida por Matthäus Merian: 1621, 1625, 1649
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Advertencia de Isaías -El Predicador - Músicos Muertos (Osario)
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El Papa - El Emperador - La emperatriz
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El Rey - La Reina - El Cardenal
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El Obispo - El Duque - La Duquesa
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El Conde - El Abad - El Caballero
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El Magistrado - El Senador - El Canónigo
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El Médico - El Noble - La Noble Dama
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El Mercader - La Abadesa - El Cojo
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El Eremita - El Joven - El Usurero
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La Joven - El Músico - El Heraldo
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El Alcalde - El Vedugo - El Bufón
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El Vendedor Ambulante - El Ciego - El Judío
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El Pagano - La Pagana- El Cocinero
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El Campesino - El Pintor - La Madre y el Niño
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Adán y Eva - Memento Mori - Doble Retrato
(Estas tres sólo en la edición de 1649, no en las anteriores)
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Der Basler Todtentanz
de Hieronymus Hess
Edición de 1841
(falsamente atribuida a Holbein)
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Memento Mori
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El Papa - El Emperador - La Emperatriz
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El Rey - La Reina - El Cardenal
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El Obispo - El Duque - La Duquesa
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El Conde - El Abad - El Caballero
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El Magistrado - El Senador - El Canónigo
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El Médico - El Noble - La Noble Dama
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El Mercader - La Abadesa - El Cojo
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El Eremita - El Joven - El Usurero
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La Joven - El Músico - El Heraldo
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El Alcalde - El Verdugo - El Loco (El Bufón)
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El Vendedor Ambulante - El Ciego - El Judío
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El Chino - El Cocinero - El Campesino
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El Pintor - el Propietario - El Zapatero
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Links de Interés
dodedans.com: más que completa, exhaustiva página sobre las Danzas de la Muerte
BSB/MDZ: bibliotecas digitales de Baviera y Munich (Versión de 1621 de la Basler Todtentanz, de Merian)
e-rara: plataforma de bibliotecas digitales suizas (Versión de 1625 de la Basler Todtentanz, de Merian)
Google books: Versión de 1698 de la Basler Todtentanz, de Merian
Heinrich Heine Universität Düsseldorf: Basler Todtentanz, versión de Hieronymus Hess, de 1840
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de Hieronymus Hess
Edición de 1841
(falsamente atribuida a Holbein)
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Memento Mori
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El Papa - El Emperador - La Emperatriz
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El Rey - La Reina - El Cardenal
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El Obispo - El Duque - La Duquesa
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El Conde - El Abad - El Caballero
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El Magistrado - El Senador - El Canónigo
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El Médico - El Noble - La Noble Dama
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El Mercader - La Abadesa - El Cojo
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El Eremita - El Joven - El Usurero
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La Joven - El Músico - El Heraldo
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El Alcalde - El Verdugo - El Loco (El Bufón)
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El Vendedor Ambulante - El Ciego - El Judío
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El Chino - El Cocinero - El Campesino
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El Pintor - el Propietario - El Zapatero
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e-rara: plataforma de bibliotecas digitales suizas (Versión de 1625 de la Basler Todtentanz, de Merian)
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Heinrich Heine Universität Düsseldorf: Basler Todtentanz, versión de Hieronymus Hess, de 1840
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