Presentación
....Dos serán los posts dedicados al tema de La Muerte y la Doncella. En este primero se incluirá un breve ensayo propio, acompañado en la Galería con la iconografía correspondiente a las representaciones tanto pictóricas, como grabados, dibujos u otras técnicas gráficas más modernas, realizadas a lo largo del tiempo. En el segundo post se incluirán algunos de los más famosos textos literarios sobre tan sugestivo motivo, acompañados en la Galería por las representaciones escultóricas y fotográficas, y de una curiosa selección de Ex-Libris en que se utiliza el motivo de La Muerte y la Doncella.
.....El acompañamiento musical también es transversal: en este primer post se incluyen los dos primeros —y mejores— álbumes de Enigma, el grupo de música electrónica/New Age, del que Michel Cretu es creador, productor y compositor, con base en Ibiza, que inició su andadura en 1990, precisamente el año que da título —con números romanos— al primer álbum. El motivo de esta elección hay que buscarlo en el sincrético clima erótico-religioso-naturalista que rezuman estos dos trabajos, afín a lo que representa, en gran parte, el tema en cuestión.
.....En el segundo post la música, como no podía ser de otra manera, la pondrá Franz Schubert, con las dos obras que compuso sobre el tema de La Muerte y la Doncella: un lied —con texto de Matthias Claudius— y un Cuarteto para Cuerda, el nº 14 en Re Menor, D 810, que Mahler orquestaría con gran acierto posteriormente.
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LA MUERTE Y LA DONCELLA:
Una aproximación crítica e iconográfica
.....Refractario a las efemérides porque sí, porque "toca" sin saber muy bien por qué y quién decide cuándo toca, no lo soy, en cambio, cuando se convierten en ocasión y oportunidad para traer a colación un determinado tema. Las efemérides, como los numerosos ciclos biológicos y naturales que jalonan de una u otra manera nuestra vida, son con frecuencia recursos valiosos por lo que tienen de referenciales. La cultura acaba por permear la conciencia del ser humano llegando a forjar lo que Jung llamó inconsciente colectivo, y la cultura está sembrada de efemérides, que son la parte computacional de la memoria. Así pues, justificada la recurrencia ocasional u oportunista a las efemérides, puedo, ya libre y tranquilamente, apuntarme al incuestionable hecho temporal de la cercanía del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos o de Difuntos en el ámbito cristiano —moderno día de Halloween para la zona de influencia anglosajona—, para traer a colación un tema de tenor, si no macabro, sí trascendental. Se trata de uno cuyo origen hay que rastrearlo en la mitología y la iconografía, pero que ha devenido en tema sociológico, me refiero a La Muerte y la Doncella.
El Rapto de Perséfone. G. L. Bernini |
.....Pero el antecedente directo de La Muerte y la Doncella hay que buscarlo, reitero, en ese género artístico medieval cuyo tema es la universalidad de la Muerte: la Danza de la Muerte (Totentanz o Danse Macabre) de los siglos XIV y XV. [Ya dedicamos a este tema cuatro posts en el pasado; para ser exactos el 22, 25, 28 y 31 de octubre de 2014)].
.....Los precedentes para este flagelo penitencial, para este exorcismo existencial, están en la hambruna y epidemia de peste negra que asoló Europa en el siglo XIV (pero no sólo, pues afectó también a China, India, Oriente Medio y Norte de África) y que diezmó su población alarmantemente (entre un 40% y un 60% según diversos autores). Aquella terrible enfermedad si algo enseñó fue que lo mismo afectaba a un campesino que a un noble, a un fraile que a un pecador, a un caballero que a un ladrón; lo mismo a un cura que a un obispo o a un cardenal; a un niño, que a una joven o a un anciano; a un iletrado, que a un profesor o a un sabio; es decir, a todos. Eso escenificaba la Danza de la Muerte: el baile de ésta con todo ser humano fuera cual fuese su condición. Es el momento del Memento Mori (recuerda que debes morir), de la Vanitas (todo es vanidad) y del Ars Moriendi (el arte de morir).
.....Las representaciones de la Danza de la Muerte, en cuanto al catálogo de personajes que desfilan bailando con la parca —en su versión más o menos esquelética o descarnada—, varían de un lugar a otro, las hay que contienen 23 personajes, como las de Lübeck, y las que incluyen 40, como las de Basilea. En todos los casos la mujer está infrarrepresentada. Los prototipos son varones, aunque se hacen más o menos habitualmente excepciones en los casos de: la Emperatriz, la Reina, la Duquesa, la Abadesa o la Dama noble, y en todos los casos figura la Doncella —que es la que nos interesa en este momento.
.....Es oportuno en este momento señalar que en los casos de las parejas compuestas por la muerte y un personaje femenino de alcurnia (Emperatriz, Reina, Duquesa, Abadesa), aquélla conduce a éste de modo cortés, bien de la mano, bien tirando de una cinta o pliegue de su vestido o simplemente mediante el tañido del laúd o el toque del tambor; en el caso de la Doncella, la muerte casi la arrastra, abrazándose a ella por detrás para llevarla hacia su fatal destino (versión de Basilea, tanto en Merian, como en Hess), señalando así quizás una mayor resistencia de la bella a aceptar el fatal destino cuando aún se halla en la flor de la vida.
Fragmento inicial de la Danza de la Muerte de Bernt Notke |
.....Con el tiempo la evolución llegó a tal grado que La Doncella y la Muerte llegó a convertirse en representación de una bipolaridad característica de la psique del ser humano, la existente entre el Eros y el Tanatos. La pulsión erótica —creativa—, y la fatalista —destructiva— conviven en la psique y el alma de las mujeres y los hombres (aunque más patente en éstos), y será, sobre todo a partir de Freud y Jung, paradigma de la tensión existencial que justificaría gran parte del comportamiento contradictorio que el ser humano muestra en su vida. La pulsión de vida y la pulsión de muerte, como las dos caras inseparables de una moneda, son las que en última instancia conducen y orientan nuestras actitudes y comportamientos. De su juego, de su pugna, el ser humano saca lo mejor y lo peor de sí.
.....Pero analicemos más detalladamente la figura en sí, la iconografía con que esta bipolaridad se representa. Vemos, por un lado, a una bella mujer, expresión de la vida, de su disfrute, de la belleza que contiene; y, por otro, a un esqueleto —habitualmente—, expresión de la muerte, de la aniquilación, sí, pero también del cambio. La actitud del tándem ha ido evolucionando con el tiempo, y lo que en un principio era claro fatalismo, en que la muerte aterrorizaba a la doncella, amenazando su razón de ser —la belleza, el placer—, se fue tornando en una relación erótica en que la doncella no sólo ya no muestra temor, sino que asume con pasión el abrazo de la parca. Qué duda cabe que este abrazo no se dirige al ente aniquilador por antonomasia, la muerte, sino a su oportunidad, a su ocasión, a lo irremediable de su voluntad de no ser, a su autoridad y su dominio, a su naturaleza de cambio. La Doncella, así, se entregará al cambio, al cambio que no es sino oportunidad para nueva vida.
.....Si esta iconografía nos espanta es por lo que contiene de símbolo: el esqueleto es la constatación de nuestra futilidad, de nuestra aniquilación y putrefacción. Nada más literario que la contemplación de una calavera para urdir en torno a ella la mayor de las tragedias. Por eso es uno de los símbolos característicos de la Vanitas, junto al espejo y al reloj de arena. En esta trilogía de objetos se halla el mejor alegato contra la vanidad de las cosas mundanas, y también en ella se obtiene la más rotunda motivación para la relativización de los esfuerzos del ser humano por perdurar o vanagloriarse de sus actos. Aunque, por contra, precisamente en ese destino fatal está el fulcro sobre el que levantar el valor de la vida, quizás sin vanagloria, pero sí con regocijo. El esqueleto es la prueba irrefutable de que, al fin y al cabo, no somos nada: materia que, acogida en la tumba, se degrada hasta los huesos (y en el caso de la incineración ni eso; razón, por cierto, que justifica su actual prevalencia: al resultar no más que polvo, nos ahorramos la imagen del cuerpo descarnado, convertido en esqueleto, ya todo, y sólo, huesos —aquí el inconsciente colectivo tendría mucho que decir).
La Muerte y la Doncella en La Danza de la Muerte de Basilea (1 y 2) y en los Simulacros de Holbein (3 y 4)
.....La Muerte y la Doncella, en cierto modo, es una relativización de lo atroz de la imagen transmitida por la Danza de la Muerte, al unir, al ligar, la Voluptas a la Vanitas, y, en resumidas cuentas, a la fatalidad de la muerte. Esta relativización ha ido in crescendo desde el siglo XV en que comenzó hasta el día de hoy, en que se ha tornado trivialización. La iconografía ha pasado de lo inquietante y terrorífico, a lo erótico y esperpéntico, para acabar en lo intrascendente o, incluso, en lo cómico. La muerte parece no asustar ya. Pero, bien pensado, quizás sea lo contrario: se trivializa lo que más se teme. Perdida la fe en el más allá, no hay consuelo que valga. Se está estableciendo un nuevo paradigma en que el ser humano, el ser humano más avanzado tecnológica y científicamente, ya no necesita el consuelo de la religión (aunque precisamente por estarse experimentando este cambio parezca que surgen ciertas resistencias en forma de recrudecimiento de ciertas tradiciones, meros recursos al pataleo de quien verdaderamente ya no cree en otra cosa que en lo que ve). Cada vez se asume mejor que la muerte es una parte de la vida, y que nada se puede hacer en esta vida por gozar de una muerte mejor, o, lo que es lo mismo, de una vida mejor después de la muerte, puesto que ya barruntamos que las cosas no funcionan así. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, puede leerse como lábaro en los estandartes de la modernidad. Las liturgias que aún perviven lo hacen por costumbre; pero la gente, la gente del Primer Mundo, ya no cree en dioses justicieros aunque les gustaría hacerlo, era más cómodo y, sobre todo, más tranquilizador. Es por eso que a la muerte se la trata con ese desdén, con esa falta de respeto, con esa trasvaloración de los antiguos valores. Se está logrando que al fin se admita la muerte como un mal menor (a veces hasta como un bien, caso de la eutanasia), y, en todo caso, absolutamente necesario.
.....La Muerte y la Doncella ha pasado a ser un motivo cultural más, uno con una significación que ha ido creciendo y ensanchando sus horizontes con el paso del tiempo. Juventud, belleza, pasión, muerte... ya a nadie le choca que estos cuatro términos puedan conjugarse juntos en la misma frase. La Doncella como paradigma de la vida, de todo lo bueno que la vida ofrece; la Muerte como expresión del cambio, como renovación constante. No se habla ya de acabamiento, sino de transformación. El abrazo recíproco entre la Muerte y la Doncella no es más que la expresión de la existencia, la posibilidad de la vida, quizás de una vida eterna: lo bello, lo joven, transformándose apasionadamente para hacer posible la vida. El cambio como paradigma. Entendido así, el motivo de la Muerte y la Doncella pierde su aura de horror para irradiar un mensaje de necesaria y deseable realidad. Sólo que este mensaje choca aún con una conciencia individual a la que se le hace muy cuesta arriba la pérdida de su individualidad para someterse a la corriente eterna e indistinta de la vida. El motivo, ya mito, del que hablamos es posible que haya evolucionado al tiempo que lo han hecho las sociedades y culturas en las que ha fructificado. Y si hoy en día carece de ese componente terrorífico es porque las sociedades y culturas actuales han ido alejándose cada vez más de la superstición para aceptar una visión de lo universal más científico y panteísta (el intento último del Vaticano por poner coto a las prosaicas incineraciones de la sociedad civil que huye de lo sagrado —mermando así el poder de la Iglesia sobre las almas y la pingüe recaudación por los oficios funerarios— para poblar los aires, los campos y los mares de lo profano, es una reacción a este acontecer y visión nueva. Aunque para mí que ya nada podrá pararlo).
Recapitulando
.....Toda mitología es un marco alegórico y/o metafórico construído por el ser humano para explicarse y justificar lo desconocido, aquellas fuerzas primordiales que imperan sobre su voluntad y que lo someten. Y el mayor misterio de todos es el de la muerte. Asociar la Muerte, ya como personaje, a la Belleza, ya como representación, demuestra una gran inteligencia y una no menor astucia. Hacerlo, además, por medio de la unión, una unión tan íntima como la de los esponsales, desactiva en gran parte la negatividad que la muerte como aniquilación tiene. Aquel griego arcano no imaginó un remedio mejor contra la angustia que presupone la muerte, que la de unirla a la Belleza. Con ello, además, justificó el cambio, el gran cambio estacional que en ciclos sucesivos alterna la vitalidad imparable de la renovación —sustanciada en la primavera y el verano—, con el aletargamiento, la decadencia, la detención del impulso vital —que suponen el otoño y el invierno......Perséfone era una ninfa, hija de Deméter, joven, bella, inmarcesible, que cuando correteaba por los campos de una sempiterna Arcadia primordial (el Paraíso cristiano) junto a otras ninfas, recogiendo flores para componer con ellas multicolores guirnaldas y diademas para ofrendarlas a los dioses (es decir, a sí misma), al coger un narciso, de la raíz de éste, surgió Hades, que a la sazón ya se había fijado en la bella, y, raptándola, se la llevó con él al inframundo. Deméter buscó a su hija sin hallarla, y en su desesperación dejó de cumplir su función de sostén, nodriza e impulsora de la vida en la tierra de dioses y hombres. Zeus, alarmado por la interrupción de la divina beatitud que reinaba en aquella Arcadia, accedió a los ruegos de su hija Deméter para recuperar a Perséfone de los brazos de la oscuridad. Mas, como ya relaté al principio, Hades urdió la estratagema de las semillas de granada. Perséfone, engañada, al comerlas, firmó un contrato de regreso al Hades durante 4 (6) meses al año. Son los meses en que la vida parece detenerse sobre la tierra de los hombres (y ya no de los dioses, una vez retirados éstos del escenario, derrotados por el Dios único y la Ciencia). Pasado el periodo invernal, Perséfone regresa junto a su madre, y la vida se renueva.
.....La evolución del mito no hay que verla sino como adecuación a las circunstancias vitales del ser humano, y a una relativa transformación en el núcleo de la narración, que pasó de lo concreto-estacional a lo genérico-existencial. Perséfone ya no responde a una condición de ninfa-hija de la Madre Tierra (Gea), sino a la representación de la belleza de la mujer, como quintaesencia de la Belleza a secas, de la vida en su esplendor. La muerte-Hades ya no representa al dios del inframundo, sino a la muerte descarnada, a la aniquilación, a la negación de la vida sobre la tierra. Las circunstancias epidémicas de la Edad Media, en que se reveló la incontestable verdad de que la muerte iguala a todos, y de que nada le es ajena, arrojarían un luctuoso velo negro sobre la ingenua explicación arcádica de los griegos. El posterior ingrediente de lo erótico en la unión entre ambos, junto al desarrollo de la ciencia, que irá arrinconando cada vez más a la superstición aneja a toda religión, dará lugar a la asimilación de un nuevo paradigma: la Muerte y la Doncella serán la representación del cambio necesario para el ciclo de la vida, no ya como respuesta a la concatenación estacional, sino como explicación del juego perpetuo de creación-destrucción de la forma de la materia como paradigma de la transformación y del cambio necesario, donde nada, en realidad, se destruye, sino que se transforma, constante e incesantemente, de modo imparable.
.....La Arcadia está volviendo de nuevo, pero no ya como una instancia paradisíaca y acomodaticia, a la medida de una conciencia ignorante y supersticiosa —mítica—, sino una Arcadia que representa el verdadero conocimiento sobre qué es en verdad la Vida —y, por ende, el valor que en ella tiene la muerte. De aquí la irreverencia y el relativismo con que se ha ido tratando con el tiempo a esta pareja, no de opuestos, sí de complementarios: la Doncella y la Muerte. En esta nueva conciencia que relativiza, que desacraliza, que reniega de toda superstición y que abraza la explicación aportada por el conocimiento, la Muerte ya no es tan terrorífica, ya no es tan horrorosa, de hecho incluso se la hace objeto de burla e irrisión. Pero no nos equivoquemos: el Misterio que rodea a la vida después de la vida seguirá siéndolo aún por mucho tiempo —y no creo que por toda la eternidad—, aunque ya, felizmente, desprovisto de su determinante influencia como ente aterrador, como condicionante del miedo pánico. Al fin y al cabo si la concebimos víctima de la terrena pasión sensual, víctima de la Belleza, sometida a su voluptuosidad, la Muerte no puede ser tan mala, tan ajena y sí digna de ser considerada como un igual.
GALERÍA
LA MUERTE Y LA DONCELLA:
ICONOGRAFÍA TRANSVERSAL (1)
PINTURA: Periodo clásico y moderno
Death and the Maiden - A Woman standing on a skull and holding a sundial clock,
engraving by Master MZ, 1500-1503
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La Muerte y la Doncella - Niklaus Manuel Deutsch, 1517
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La Muerte y la Doncella - Niklaus Manuel Deutsch, 1517
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La Muerte y la Doncella - Niklaus Manuel Deutsch_Death, Empress and Queen, 1649,
Dance of Death cycle, by Albrecht Kauw (Berne)
Dance of Death cycle, by Albrecht Kauw (Berne)
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La Muerte y la Doncella - Niklaus Manuel Deutsch_Death with young woman, 1649,
Dance of Death cycle (Berne), copy by Albrecht Kauw
Dance of Death cycle (Berne), copy by Albrecht Kauw
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Death and the Maiden - Sebald Beham, 1546
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Death and the Maiden - Sebald Beham, 1546
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Death and the Maiden - Sebald Beham_The Death and the Sleeping Woman, (1548)
Death and the Maiden - Sebald Beham (The Lady and the Death, 1541)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien, 1517 (1st Version)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien, 1517 (1st Version)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien, 1515-17 (2nd version)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien, 1518-20 (3rd version)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (Three ages of woman and Death, 1509)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (Three ages of woman and Death, 1509)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (Eve, the serpent and the death, 1510-15)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (Eve, the serpent and the death, 1510-15)
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (the three ages of Man and the death, c 1533))
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (the three ages of Man and the death, c 1533))
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La Muerte y la Doncella - Hans Baldung Grien (the three ages of Man and the death, c 1533))
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Death and The Maiden - Anders Jacobsz (Vanitas), 1610
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Death and The Maiden - Anders Jacobsz (Vanitas), 1610
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Death and the Devil surprising worldly - (c. 1520) by Daniel Hopfer
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Death and the Maiden - Albrecht Durer (Coat of Arms with a Skull)
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Death and the Maiden - Allegory_Anonymous
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Death and The Maiden - Tiepolo etching
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Hans Baldung Grien - Le Chevalier, la Jeune Fille et la Mort
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Death and the Maiden - Antoine Wiertz - la belle Rosine 1847
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Death and the Maiden - Jacopo Ligozzi
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La jeune fille et la mort - Henri Leopold Levy
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La jeune fille et la mort - Henri Leopold Levy (detail)
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Marianne Stokes - La Jeune Fille et la Mort
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Marianne Stokes - La Jeune Fille et la Mort
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Death and the Maiden - Adolf Hering 1900
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Death and the Maiden - Adolf Hiremy-Hirschl
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Death and the Maiden - Auguste Rodin (dessin)
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Death and the Maiden - Egon Schiele
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Death and the Maiden - Egon Schiele
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Death and the Maiden - Edvard Munch
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Death and the Maiden - Edvard Munch
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Death and the Maiden - Edvard Munch
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Death and the Maiden - Edvard Munch (Kiss of Death, 1899)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Le Vice Supreme, 1883)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Tanzender Tod)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Agonie)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Tanzender Tod)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Agonie)
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Death and the Maiden - Félicien Rops (Sphinx —Maiden and the Dark Angel)
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Death and the Maiden - Martin van Maële
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Death and the Maiden - Puvis de Chavannes
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Death and the Maiden - Puvis de Chavannes
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Death and the Maiden - Puvis de Chavannes
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Death and the Maiden - Édouard Chimot, La Mort, 1921
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Horace Vernet - La jeune fille et la mort, 1841_1st version
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Horace Vernet - La jeune fille et la mort_2nd version
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Horace Vernet - La jeune fille et la mort_2nd version
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Else Meidner, Death and the Maiden c.1918–25
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Death and the Maiden - George Clark Stanton
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Death and the Maiden - Ivo Saliger (Physician struggling with death for life)
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Death and the Maiden - Ivo Saliger (Physician struggling with death for life)
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Death and the Maiden - Ivo Saliger (The Doctor, the girl and the maiden, 1920)
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Death and the Maiden - Joseph Beuys
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Death and the Maiden - Laurie Lipton
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Death and the Maiden - Léon Gaucherel after Sara Wellcome_A Young Lady and Death (Etching)
Death and the Maiden - Paul Delvaux (La Conversation)
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Death and the Maiden - Richard Bergh
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Death and the Maiden - Siegfried Zademack
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Death and the Maiden - Siegfried Zademack (2)
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Death and the Maiden - Titti Garelli
PINTURA: Periodo Contemporáneo
La Muerte y la Doncella - PJ Lynch
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La Muerte y la Doncella - PJ Lynch
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Death and the Maiden - Sally Fama Cochrane, 2016
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Death and the Maiden - Roberto Ferri
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Death and the Maiden - Daria Endresen (Young Woman and Death)
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Death and the Maiden - Arcane13_sans nom
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Death and the Maiden - Jace Wallace
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Death and The Maiden - James C. Christensen
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Death and The Maiden - Kenichi Murata
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Death and the Maiden - Laurie Lee Brom
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Death and The Maiden - Angela Kallsen
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Death and the Maiden - B. Jackson
Death and the Maiden - Charlene Sun (aka Hakubaikou)
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Death and the Maiden - Rachel Bess, 2015
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Death and the Maiden - Ride Or Die by pave65
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Death and the Maiden - Song Hye Yeol
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La Muerte y la Doncella - Takato Yamamoto
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La Muerte y la Doncella - Takato Yamamoto
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La Muerte y la Doncella - Takato Yamamoto
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La Muerte y la Doncella - Takato Yamamoto
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Death and the Maiden - Unidentified artist
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Death and the Maiden - Vladimir Suchanek
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Death and the Maiden - Cartel 1
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Death and the Maiden - Cartel 2
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Death and the Maiden - Cartel 3
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Death and the Maiden - Andrew Dobell
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Death and the Maiden - Anne Stokes
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Death and the Maiden - Aello Striker
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Death and the Maiden - 'Boneyard' by Franchesco
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Death & Maiden - Otto Schmidt
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Death and the Maiden - Abigail Larson 2010
Death and the Maiden - Lorenzo Litta
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Death and the Maiden - Hans Leu
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Death & Maiden - Mia Calderone
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Death and the Maiden - Adski Kafeteri
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Death and the Maiden - Albert Besnard
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Death and the Maiden - Clint Brown
Death and the Maiden - Death Rocks_Rebecca Yanovskaya
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Death and the Maiden - Edouard Chimot
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Death and the Maiden - Eli Levin
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Death and the Maiden - Eli Levin 2
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Death and the Maiden - Elias Aquino_Triptych
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Death and the Maiden - Elias Aquino_Triptych_panel 1.
Death and the Maiden - Elias Aquino_Triptych_panel 2
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Death and the Maiden - Elias Aquino_Triptych_panel 3
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Death and the Maiden - Elvira and the Maiden
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Death and the Maiden - Ernst Fuchs
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Death and the Maiden - Harry Clark
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Death and the Maiden - Jasmine Ann Becket-Griffith
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Death and the Maiden - John Bolton
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Death and the Maiden - Kahan, 1996
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Death and the Maiden - Miles Johnston
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Death and the Maiden - Robert Oscar Lenkiewicz
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Death and the Maiden - Robert Oscar Lenkiewicz 2
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Death and the Maiden - Robert Oscar Lenkiewicz 3
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Death and The Maiden - Skull Balloon
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Death and the Maiden - The German Tango
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Death and the Maiden - The Nightmare before Christmas
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Death and the Maiden - unidentified artist
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Death and the Maiden - unidentified artist
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Death and the Maiden - unidentified artist
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Death and the Maiden - unidentified artist
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Death and the Maiden - unidentified artist
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Death and the Maiden - unidentified artist
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