domingo, 27 de mayo de 2012

Alexandre Cabanel: Belleza Académica




Después soñé que soñaba
Proverbios y cantares, XXI. Antonio Machado
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Para unos sueño, para otros pesadilla,
y para los más, al fin, realidad sólo:
son los ignaros durmientes de la vida.
Epigramas  y Noticias. Héctor Amado

RELATO
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Náufrago
...Cuando despertó, observó horrorizado que la cama no era cama sino balsa a la deriva, y que no se encontraba entre las esperadas familiares cuatro paredes del dormitorio, sino en medio de una inmensidad ondulante y espejada solo limitada por un horizonte que apenas diferenciaba el azul celeste del turquesado mar. El sol lucía con fuerza allá arriba, en medio de una cúpula impoluta de pálido terno azul; ni rastro de nubes. Al rato, amodorrado por el calor y mecido por las olas, se quedó dormido. Soñó un sueño aterrador: flotaba en medio de las ondas, solo, a la deriva, sobre una blanca balsa de espanto a merced de un extraño mar. De vez en vez invisibles criaturas lo acosaban: sentía cómo le asaeteaban con agudos aceros y rayos de luz, y notaba cómo invisibles y húmedas manos recorrían su cuerpo. Él no podía hacer nada para evitarlo. Ni siquiera gritar. Lo intentaba, pero sin éxito. Al cabo, un sol inclemente lo aplastaba contra el fondo de la balsa. El mismo sol que, evaporando el agua del extraño mar, volvía el aire tan denso que resultaba irrespirable... Entonces, dando una gran bocanada de aire, despertaba para constatar que seguía en medio del océano. La piel le ardía. La sed lo atormentaba. Lo peor era aquella incomprensible inmovilidad. Por más que intentaba incorporarse no lo lograba. El denodado esfuerzo por moverse y la incapacidad para comprender, al final, lo volvía a sumir en el sueño. Quizá no fuese más que un mecanismo inconsciente de defensa: se sabe que en el extremo opuesto, la exposición al frío gélido ralentiza hasta tal punto las constantes vitales que uno comienza por adormilarse y acaba por hundirse en el más profundo y definitivo de los sueños. Esto no era exactamente lo que él sentía. No había pérdida de conciencia mientras se despertaba náufrago, como tampoco la había cuando se soñaba dormido. Tan real experimentaba un estado como el otro, hasta el punto que nunca supo si realmente era un náufrago que se dormía, o un dormido que se soñaba náufrago. Cuando al fin despertara --pensaba-- se le revelaría la respuesta. Vuelto a dormir, en el sueño se repetía la escena: el mar, el sol, el horizonte, él flotando sobre la balsa blanca,... la angustia,... el horror,... la fatiga,... el ahogo,... el despertar,... la inmovilidad,... el sueño. Parecía haber entrado en una especie de bucle existencial, un bucle del que era imposible zafarse.
...Hay que considerar, por ser de cierta importancia a la hora de determinar cuál sea la verdadera realidad del caso, que cuando fue hallado fortuitamente en alta mar estaba completamente deshidratado y horriblemente quemado por el sol, por lo que no pudieron rescatarlo del estado de coma profundo en el que ingresó en el hospital, y en el cual sigue sin la menor señal de recuperación. De esto hace ya dos largos años. Únicamente se detecta, con periodicidad que intriga y cuya etiología se está estudiando, una somera actividad cerebral, una oscilación en sus ondas REM, que pudieran indicar un cierto estado asimilado a lo onírico: un pendular movimiento de su inconsciente conciencia, como si vagara de un sueño a otro. La cuestión es si esa "limitada actividad" supone  realmente algo semejante a una vivencia en el alma del pobre desgraciado, o son simples chisporroteos de un cerebro cortocicuitado. Unos, se inclinan por la primera opción; otros, por la segunda. Ambos bandos investigan el caso sin demasiado entusiasmo. Hasta el momento no han llegado a ninguna conclusión objetiva, sino las que avalan sus propias creencias. Mientras, el pobre hombre apenas suscita compasión a los auxiliares que atienden y lavan su cuerpo consumido: lo hacen con la mecánica displicencia con que una empleada del hogar limpiaría un florero de porcelana barata. Nadie viene a visitarlo, ningún familiar lo ha reclamado. Cuando lo recogieron, no llevaba documentación encima. Se supone que era alguien alojado en uno de tantos barracones cercanos a la playa y que se alquilan a viajeros fuera del circuito convencional. El tsunami debió sorprenderlo mientras dormía. Nadie se explicó entonces su supervivencia durante más de tres semanas sobre aquellas tablas, sin comida ni bebida. Lo mismo que nadie se explicaba durante todo este tiempo su tesón por seguir viviendo en ese estado. La realidad es que no saben qué hacer con él. Hay quien apunta, pero no es más que un rumor surgido de los imaginativos y supersticiosos estratos populares, que aquel hombre debió de cometer un pecado horrendo contra los dioses y que ha sido castigado con un no menos horrible purgatorio en la tierra. Obviamente, eso no son más que  habladurías. Como lo son las de quienes dicen que sea un ángel caído, pues ya se sabe que a los ángeles no les está permitido morir --ni aun a los caídos. Las especulaciones son numerosas, y cada vez más fantásticas, pero, en realidad nadie sabe nada.
...Empapado en salubre sudor, casi licuado, al fin despertó. El sol lucía en lo alto. Quiso incorporarse y no pudo. Se sentía flotar en medio de una inmensidad azul. Su cama no era cama sino balsa... Su despertar no era despertar, sino sueño.

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Alexandre Cabanel. Autorretrato (1852)

Alexandre Cabanel (Montpellier 28 de septiembre de 1823 - París 23 de enero de 1889). Pintor francés. Alumno de François-Édouard Picot en la École des Beaux-Arts, ganó una segundo Primer Premio en el Prix de Roma en 1845 y residió durante cinco años en la Villa Médicis. La fama le llegó con su lienzo Naissance de Vénus (El nacimiento de Venus), que fue adquirido por el emperador Napoleón III en 1863. Ese mismo año, fue nombrado profesor en la École des Beaux-Arts y fue elegido miembro de la Académie des Beaux-Arts. Entre 1868 y 1888, fue en 17 ocasiones miembro del jurado del Salón de París, en el cual le fue concedida la medalla de honor en 1865, 1867 y 1878. Pintor de historia, de género y retratista, su obra desde muy pronto estuvo teñida de toques románticos (como en Albayda, inspirado en un poema de Orientales de Victor Hugo; o Francesca da Rimini y Paolo Malatesta, amantes renacentistas; o Tamar y Absalón, hijos del Rey David, a los que compondría un poema Federico García Lorca). Su obra fue especialmente conocida y reclamada por los coleccionistas internacionales (norteamericanos) y por las instituciones, y fue uno de los artistas preferidos de los emperadores Napoleón III y Eugenia de Montijo. Artista contrario al Naturalismo y al Impresionismo, y en particular enemigo de Édouard Manet, fue criticado a su vez por Émile Zola y los naturalistas, así como por todos aquellos que defendían la emergencia de un arte menos galante y más social y exigente. Alexandre Cabanel fue un importante maestro con destacados alumnos (Pierre Auguste Cot, Gastón Bussière, Aristide Maillol).

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GALERÍA

1845-1887

Enviados del Senado Romano para ofrecer a Cincinatus la Dictadura (1844)
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Jesús en el Monte de los Olivos (1844) - Jesús en el Pretorium (1845)
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Orestes (1846)
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El Ángel Caído (1847)
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Albayda (1848)
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La Chiaruccia (1848)
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El Monje romano (1848)
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Juan el Bautista (1849)
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La muerte de Moises (1850)
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La Glorificación de San Luis (1853)
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Otelo relatando sus aventuras (1857)
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Aglaé y Bonifacio (1857)
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Alegoría de los cinco sentidos (1858)
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Miguel Angel en su estudio, visitado por el Papa Julio II (1859)
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La viuda del Maestro de Coro (1859)
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Ninfa capturada por Sátiro (1860)
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El poeta florentino (1861)
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El sueño de la vida (1861)
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Agua (1861)
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El Nacimiento de Venus (1863) (1ª versión. Musée d'Orsay, París)
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El Nacimiento de Venus (1875) (2ª versión. MET, New York)
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Paraíso Perdido (1866)
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Estudio de la huida de Satán, para el Paraiso Perdido (1863-67)
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Estudios para el Paraíso Perdido de: Ángel, Adán y Dios Padre
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Eva tras la caída (estudio para El Paraíso Perdido) (1863)
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La muerte de Francesca da Rimini y Paolo Malatesta (1870)
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Baronesa Paul von Derwies (1871)
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Echo (1873)
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La señorita Christina Nilsson como Pandora (1873)
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La Condesa de Keller (1873)
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El Panteón (La Vie de Saint Louis)
(1874-1877)

Panteón: la Vida de Saint Louis (estudio)

Paneles de la Izquierda y los dos centrales del Panteón

  
La educación de San Luis - San Luis impartiendo justicia y fundando las instituciones que le han dado su gloria - San Luis prisionero en Palestina
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Retrato de un árabe (1875)
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Tamar y Absalón (1875)
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Sansón y Dalila (1878)
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Fedra (1880)
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Paje (1881)
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Porcia y los cofres de joyas de el Mercader de Venecia, de Shakespeare (1881)
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Una patricia veneciana (1881)
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Mensajera del amor (1883)
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Ofelia (1883)
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Ofelia (detalle)
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Anna Ogden Baker (1884)
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Autorretrato (1887)

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Link de Interés: Alexandre Cabanel: Tradition and Beauty: Espléndida página con exhaustiva información biográfica y artística, detallista y crítica.

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