sábado, 17 de marzo de 2012

Guillaume Seignac: La Obsesión por el Cuerpo Femenino





Especulaciones intemporales

¿Qué le empujaba hacia ellas? ¿A buscarlas, a admirarlas, a gozarlas,... y a no acabar nunca satisfecho? Sí, hubo un tiempo en que él mismo se lo cuestionó: ¿de dónde le venía esa callada, subyacente, pero  imperiosa obsesión? Pronto declinó intentar hallar una respuesta. No la había, por más que los sesudos y metódicos psicoanalistas le dieran media docena de razones; aún sumadas todas ellas, no valdrían una sola y suficiente justificación. Simplemente, acabó admitiéndolo: puesto que era un hecho incontestable, y puesto que la obsesión no era tan extrema como para resultar angustiante o peligrosa, la dejó estar, la dejó desarrollarse, florecer (porque florecía como un rosal), tomar cuerpo en su mente y en su íntimo sentir.

Ni tan siquiera en Georges Bataille (lo más parecido a un alma gemela que encontrara en esta su manera de sentir el eterno femenino) halló, no ya consuelo, sino comprensión. Sobre todo en El Culpable, en que el bibliotecario de Orléans expresaba el desgarro que en su alma le producía la imposibilidad material de poseerlas a todas --las mujeres--, algo que ese mismo alma tenía la necesidad casi física de realizar. Sí, ya, algunos dirán (quizá esos mismos psicoanalistas antes mencionados) que lo que se se busca, se anhela y se desea con tal imperiosidad es el eterno femenino; es decir, la mujer en general; bien por incapacidad para sublimar el amor a una sola mujer, bien por un exceso de sensibilidad y de franqueza u honestidad con uno mismo como para realizar esta labor de auto-limitación  y engaño. Algo semejante --se dirá-- al modelo que encarna el mito de Don Juan Tenorio: una huida hacia adelante en ese continuo caer hacia el sexo por un deseo eternamente insatisfecho. Mas en su caso no era por una carencia --de cariño o amor--, sino por una sobreabundancia --de sensibilidad y sinrazón (o acaso, lucidez)--.

Pero no, no era esto lo que él sentía --es decir, yo--. Vuelvo a repetir, que incluso en las experiencias más satisfactorias (física y sentimentalmente) no encontraba sosiego, quietud, aplacamiento, antes bien, al contrario, el deseo de satisfacer urbi et orbi se imponía aún más imperativamente, cuanto más satisfactorias y plenas eran sus relaciones. Como si se abriera una Caja de Pandora de los deseos, y de la que, además de salir todos los demonios lascivos del mundo, la esperanza misma quedara allí como un magma hirviente de deseo por aplacar. Y repito --una vez más--, un deseo más allá de lo físico, que aún considerándolo y sintiéndolo necesario, lo supera y lo anula, lo ningunea, pues, satisfecho genera aún más deseo (se me ocurre que algo así debió suceder con el origen del universo: un deseo inmarcesible, inagotable, que se multiplica en progresión geométrica cuanto más se satisface: contradictio in terminis.

Efectivamente era un obsesión que iba más allá de lo físico. Aunque hubiera hecho el amor, fornicado o gozado, con una mujer cada día, nunca habría satisfecho esa pulsión (pues como un latido se expresaba). Se asquearía de sexo, seguro, pero su alma no estaría satisfecha; es más, sentiría la desgarradura aún con mayor virulencia. Solo conteniendo su satisfacción, impidiendo entrar en una vorágine sin fin y sin medida, era capaz de controlar una deriva que, en otro caso, sí podría resultar angustiosa, desasosegante y, posiblemente, paranoica. Solo el freno lo salvaba, y su lucidez (otra vez, y aquí de forma positiva). Hombre con una gran capacidad para la analogía y la extrapolación, en él una única experiencia poseía el valor de un caleidoscopio, de una cámara de los espejos en que las sensaciones vividas se multiplicaban en otros rostros, en otros cuerpos, con la vívida sensación de una experiencia nueva. Esta manera de sentir, bien porque fuera original y espontánea, bien porque era el medio con que su naturaleza se defendía de la imposibilidad física de una universal posesión, lograba calmarlo en los momentos en que el magma amenazaba ahogarlo en su mismo bullir.

Esa capacidad y, sobre todo, la de pintarlas. Esa concentrada atención en el mínimo detalle, en el pliegue, en el matiz del cambio de color, en la profundidad de una perspectiva que pujaba en las convexidades y se hundía en las íntimas oquedades, en la pincelada delatora de la mirada risueña, del ojo pícaro, de la sonrisa irónica, de la lasciva, de la ensoñadora, de la ensimismada, de la limpia o de la voluptuosa,... toda esa concentración en reproducir el sentimiento de lo experimentado en la contemplación, en la sugestión, en la excitación,... toda esa concentración le liberaba, actuaba de válvula de escape. No lo calmaba totalmente, porque era un estímulo constante, pero acallaba --mientras estaba sumergido en el detalle--, al menos, el grito de su sensualidad exacerbada, tornándolo susurro, murmullo apenas, del pincel al lienzo (campo donde se desarrollaban sus batallas de amor).
Así las pintó en todo tipo de actitudes, con esa facilidad pasmosa y ese dominio del dibujo, del rasgo anatómico, del movimiento congelado. Desnudas, veladas, vestidas; clásicas, académicas, románticas, modernas; rubias, morenas, pelirrojas; ficticias y reales, soñadas e imitadas, reproducidas y repetidas,... Toda su vida --mi vida-- fue un derivar su sensualidad al lienzo; sus ojos, demiurgos, recreando la belleza deseada y nunca colmada en satisfacción.

Menos académico que su maestro y mentor Bouguereau (siempre él, el modelo de modelos academistas), tendió puentes hasta el art nouveau, incluso, sin desdeñar cierto coqueteo con las más rabiosas corrientes pictóricas del efervescente final del siglo XIX y principio del XX (no es difícil encontrar en sus obras de temas menos clásicos --léase mitológicos--  pinceladas ligeramente impresionistas), lo que le hace parecer menos idealizante y más natural, más realista (aunque siempre procure contemplar a ese deseado, y nunca suficientemente complaciente, cuerpo femenino con los ojos de la belleza que ansía poseer).
Los escenarios son recurrentes y simples, sin complicaciones aparentes, pero los temas son originales y no solo meras excusas para reproducir el cuerpo femenino: clásicos y mitológicos (Venus, Psiqué, Cupido --sin venda--, Ninfas, Faunesas, Diana Cazadora). Abstracciones: Vanidad, Inocencia, Virginidad, Indolencia, Ensimismamiento. Personificaciones (olas como cuerpos de mujer, Éxtasis sensuales). Actitudes de la vida cotidiana (mujer en la playa, en el baño, sentada, reclinada, tumbada, despertando, estirándose tras el sueño, mirándose al espejo, o simplemente exhibiendo su bella anatomía (pero no hasta el punto de resultar espectacular; deteniéndose en lo natural de alguien naturalmente bello). Seignac apoyado en unas facultades extraordinarias para el dibujo y la perspectiva (es sencillo rastrear esa tendencia al contraposto miguelangelesco, en muchos de sus cuadros), recrea temas ya repetidos pero con una visión particular e insospechada (Cupido desarmado, la presencia de una mariposa atrayendo la atención, el contraste entre la desnudez de la bella y las fauces de un gran león sobre cuya piel está reclinada, etc...)

He dividido la exposición de la obra de Guillaume Seignac en dos grandes apartados:

1. Pintura Academista y Neoclásica. Temas Clásicos y Mitológicos. Abstracciones.
2. Pintura Neoclásica y Realista Idealizada. Temas cotidianos. Abstracciones. Mitológicos.

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GALERÍA

Guillaume Seignac
(1870-1924)

Portfolio 1
Pinturas de carácter Academista y Neoclásico

 L'Inspiration
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Reflections
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Cupid and Psyché
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Psyché
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Young Woman at Pompeii
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Loves Advances
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Diana Cazadora (1)
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Diana Cazadora (2)
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Cupid Adorning a Young Maiden
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Belleza en lo Bueno
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Ninfa
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Vanidad
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A Wistfull Moment
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Preparing for the Bath
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Admiring the Beauty
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Confidence
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La Rêveuse
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Cupido Desarmado 1, 2 y 3 
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Portfolio 2
Pinturas de carácter Neoclásico, Realismo Idealizado, con toques Impresionistas.

 
Baigneuse (1)
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 Baigneuse (2)
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Nude at the Bath
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Gathering Wild Flowers
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Water Nymph
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La Nymphe de la fôret (1)
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La Nymphe de la fôret (2) 
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La Fille au Papillon
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The Jewel Case
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Ninfa
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The Muse
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Cupid Folly
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Faunesse
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Virginité
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El resto de la tarde
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 Awakening
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Daphne
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The Wave (1)
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 The Wave (2)
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La Paresseuse
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La Libellule
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The Fragant Irish
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Nymphe à la Piece d'Eau (1)
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Nymphe à la Piece d'Eau (2)
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Nymphe à la Piece d'Eau (3) 
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L'Innocence
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Odalisque aux Colombes
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L'Indolence (1)

  
L'Indolence 2 y 3
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Awakening odf Psyché

  
Awakening of  Psyche 2 - Volupté
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Pierrot's Embrace
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Nu de jeune femme accoudée à la colonne tenant le bâton de Dionyso 
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Gachucha
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La pose du Modèle  - Nude au Chat Noire - A Nude in a Interior

 
An Allegory of Ecstasy
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Solitude
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HOMENAJE A VALENCIA
(En su Fiesta Mayor de San José, 19 de Marzo, "Fallas")



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