sábado, 9 de noviembre de 2013

Cansancio - GALERÍA: Giovanni Boldini (selección)





Cansancio

I

Y llegó un día en que me cansé de todo.
Llegó, eso sí, a hurtadillas,
sin avisar, al amparo de la noche;
una de esas noches cerradas
que se ciernen sobre el alma de vez en vez.

De repente, de la noche a la noche,
me sorprendí abatido,
atrapado en el denso engrudo 
de un cansancio infinito,
sustanciado en mil diversos cansancios
infinitamente cansinos,
todos infectados recíprocamente,
contagiados de sí mismos.
Era aquel, cómo expresarlo...
¡un cansancio diamantino!
una única, intensa y opaca luz
latiendo desde el abismo
del duro corazón del cansancio
con mil destellos distintos.

Me descubrí (por seguir el orden)
cansado de despertar por la mañana,
cansado de haber dormido
--de tener que dormir todos los días--;
cansado de iniciar la misma cotidiana liturgia:
abrir los ojos, mirar el techo, retirar el embozo,
incorporarme y, aún sentado, subir la persiana,
mirar a la calle, sentir sobre la piel el sol...
Ya erguido, caminar hasta el aseo, orinar los sueños,
lavarme la cara y las axilas
(antes me duchaba todas las mañanas, pero ya me cansé de hacerlo),
volver a la habitación, vestirme de abajo arriba (en ese orden);
ir a la cocina, poner al fuego el agua para el té
(me cansé hace tiempo, también, del café);
colocar las dos bolsitas, una de Breakfast y otra de Earl Grey, en la taza,
cubrirla con la tapa descascarillada (por preservar el aroma),
bajar a por el pan mío de cada día,
saludar, por la escalera, a la oronda mujer de la limpieza
(hasta de esto noto cansancio, más por ella que por mí:
me cansa verla limpiar día tras día, siguiendo la misma pauta,
bregando con semejante suciedad de forma reiterada,
retirando periódicamente vómitos de los rellanos
--efecto colateral, imagino, de una crisis que se intenta olvidar--,
ninguna queja, siempre la sonrisa dispuesta);
saludar a la panadera que regala requiebros
(no sólo a mí, sino a todos los clientes; por fidelizar, será),
subir a casa, echar el agua, ya hirviendo, en la taza del té,
abrir cuidadosamente por la mitad y tostar el pan,
lavar y/o pelar la fruta, disponerla partida o desgranada en un plato,
sacar la mantequilla y la mermelada del frigorífico,
sacar el pan de la calandria (lo tuesto en calandria, no en tostadora),
llevarlo todo a la mesa,
y, por fin,
me siento a desayunar delante de la televisión encendida.
Desayuno pan con mermelada (de albaricoque) y mantequilla (poca, por el colesterol)
y seis galletas maría, todo ello apenas mojado en el té,
fruta variada del tiempo y noticias con debates de efímera actualidad.

Y así continúo el día, trabajosamente,
sintiéndome como un caracol: arrastrando con fatiga mi cansancio
sobre la baba cada vez más espesa que genera mi desencanto.
Cansado, en fin, de la estupidez cíclica y tenaz
con que, desde ese fatídico día, percibo la existencia.



II

De todo, sí, me cansé.
Fatigué mi capacidad para aguantar la rutina.
Con sólo despertar ya noto un cansancio insalvable,
un letargo mortalmente mineral, un entumecimiento radicular,
de párpados como lápidas de mármol y miembros como raíces de ébano.
Cansado de ver el sol todas las mañanas
y las nubes ocasionalmente
Cansado del tráfago continuo y del ruido y del silencio expectante.
Cansado de no oír las aves ni el rumor del viento en las ramas.
Cansado de ver por la ventana la fealdad, idéntica, de otras ventanas,
--aunque también cansado de pasear por los pinares.
Cansado de mi cansancio profundo y primordial,
como surgido del fondo del ser,
como anclado en su hondura abisal.
Cansado, creo, de estar vivo sin sentido,
cansado de mí y de mi sinsentido,
cansado de haber perdido el sentido,
aunque, bien mirado y reflexionado, quizá nunca lo tuve
y a partir de ese día me he vuelto consciente de ello.

Quizás también cansado de mi cobardía
por no ser capaz de morder la cabeza a la serpiente
que, hundida en mi garganta, me ha ido ahogando imperceptiblemente.
Cansancio producto del ahogo:
un día llegó en que me sentí ahogar,
agité tímidamente las manos y los pies, como con desgana,
para seguir ahogándome, ahora ya como un batracio impedido.
Del ahogo al cansancio. Un cansancio infinito, ahogado en fatiga.
¿Es ahogo la noche? ¿Es acaso cíclica sierpe? ¿Ouroboros quizá?
Cansado de todo, se me ha ido gradualmente embotando la sensibilidad
(desde entonces, leve chisporroteo cortocicuitado nada más),
se han ido cerrando irremisiblemente puertas y ventanas,
ha sobrevenido la oscuridad. La noche. Otra vez.
Cerrado el círculo, se impone el cansancio,
un cansancio orondo, circular, retroalimentado.

Ya sólo me queda la escritura,
de la que a veces también me canso,
pero en la que me remanso
(la lectura, por cierto, ya me cansó. Ahora me cuesta leer,
como si las palabras estuvieran erizadas de letras
por las que he de arrastrarme a vientre descubierto,
dejándome las entrañas laceradas).
No sé si odio mi vida, pero si sé que me cansa
su reiteración anodina y estúpida,
su falta de aliciente, su ausencia de ilusión.

A pesar de todo, algo late aún debajo del cansancio aplastante,
es un latido débil, como de corazón que se aleja (o que se hunde...)
pero está ahí, lo siento: es el que me ayuda a seguir,
a portar fatigosamente este cansancio, más pesado que cien cruces, hacia ... ¿mi Gólgota?
En él confío. No sé si me servirá de algo,
si, llegado el momento, podré encomendarme a él,
entregarme en sus brazos pulsátiles, libre ya de todo cansancio.

(¿Será esto la iluminación: un hundirse en la pesada gravedad de la nada,
un acabar doblegado por la insoportable gravedad del ser,
un fundirse en lo negro que parió toda luz,?)



III

¿Dónde colocar la belleza ante el cansancio abrumador?
¿No será su etéreo contrapeso? ¿No actuará de lastre inverso?
Tabla de salvación, flotador, a lo bello me agarro
en este naufragio
del yo.

Ala, globo, sustancia ingrávida,
a lo bello me aferro
con uñas, dientes y garfios de desesperación,
el cansancio así sobrellevo, y, a veces, ligero,
en su ámbito revoloteo
inconsciente y errático como un gorrión.
Cansado de todo, harto de nada,
a lo bello me acojo, lo bello busco,
en sus brazos me arrojo
sea cual sea su manifestación:
un cuerpo, una imagen, una melodía,
una historia contada 
con esmero y delectación;
el sabor de un alimento bien procesado,
hecho arte en el fogón;
el aroma de un buen vino
criado con sabiduría
y dedicación,
el de la fruta madura,
el del rocío al alba
o el del jazmín en flor;
la sonrisa de un niño,
su curioso embeleso
ante el vuelo sonoro
de un moscardón;
el cariño de una madre
que no olvida por ser madre
el sabroso fruto de la pasión;
las buenas intenciones, 
las mejores realizaciones
que no buscan el aplauso
ni la remuneración;
la lágrima derramada
por sobreabundancia
de sentimiento y candor;
el beso robado,
el regalado sin motivo
y el motivado sin necesidad de justificación; 
el gesto furtivo,
generoso, desinteresado,
que de dignidad inviste
la humana condición;
ese otro, sólo gesto, ademán detenido, 
en trance de sugerir
un gozoso temblor...
Y, en fin, todo hilo bello
que entramado a la vida 
acaba bordado en el corazón.

Cansado de todo, menos del gozo emboscado,
de la embriaguez que libera,
de la sorpresa que espera,
agazapada, en cualquier lado.
El latido, débil, persiste,
gracias a él esto escribo;
pero, al fin,
no obstante,
sigo
cansado de todo.


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GALERÍA



Giovanni Boldini
1842-1931

Paisajes y mujeres
(contra el cansancio)

.
The Great Road in the Villas Combes, 1873
.
The Laundry, 1864
.
Morning Letter, 1864
.
The Model and the Manequin, 1873
.
The Hammock, 1878
.
Reclining Nude
.
Lady in Red Coat, 1878
.
...
The Actress Rejane and Her Dog, 1885 - Girl with Black Kat, 1885
.
The Countess de Rasty Lying
.
Lady Campbell, 1897
.
A Reclining Nude on a Day-bed, 1900
.
Emiliana Concha de Ossa, 1901
.
Portrait of Lina Cavalieri, 1901
.
Portrait of Mme Lina Cavalieri, 1900
.
In the Bath
.
Miss Bell, 1903
.
Portrait of Elizabeth Wharton Drexler, 1905
.
Naked Young Lady with Blanket
.
Spanish Dancer at the Moulin Rouge, 1905
.
The Black Sash, 1905
.
Portrait of the Marchesa Luisa Casati with a Greyhound, 1908
.
Nude of Young Lady on Couch
.
Portrait of Princess Marthe-Lucile Bibesco, 1911
.
Portrait Of Madame Juillard In Red, 1912
.
Nude
.
Portrait of Mlle de Gillespie - La Dame de Biarritz, 1912
.
Young woman's head on a pink background, 1912
.
Portrait of a Lady Lina Bilitis with Two Pekinese, 1913
.
Portrait of the Marquise, 1914
.
Scene Galante, 1920
.
Dona Franca Florio, 1924
.
Reclining Nude, 1930
.
Symphony in Gray, 1931
.
 Cléo de Merode (Chléopâtre-Diane de Mérode)
.
Lady in Rose
.
Naked Young Lady
.
Mlle de Nemidoff
.
Ballerina in Mauve
.
Moving to the Bois of Boulogne
.
The Couple
.
Portrait of Sarah Bernhardt
.
Nude Woman Reclining on Yellow Cushions
.
Profil of a Young Woman
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The Bouse of Voile
.
The Divine in Blue
.
The Pansies
.
The Red Courtain
.
Angels
.
Spring
.
Bus on the Pigalle Place in Paris
.
In the Garden
.
Conversation at the Cafe
.
Statue in the Park of Versailles
.
La Toilette
.
From Robilant and Voena
.
Leda with Swan
.
Nude
.
After the Bath
.
The Artist's Model, Montecatini
.
Young Dark Lady
.
Young Lady entering Bath
.
Nude Woman in Black Stokings Lying on a Sofa
.
Nude
.
Portrait of a Girl
.
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