martes, 12 de noviembre de 2013

El Juicio de Paris (I) - GALERÍA: Pintura 1 (s XV-XVI)





Júpiter invitó a la boda de Peleo y Tetis a todos los dioses, excepto a Eris, la Discordia.
Cuando ella llegó más tarde y no fue admitida al banquete, arrojó una manzana
a través de la puerta diciendo que la más bella debía tomarla.
Juno, Venus y Minerva reclamaron para sí  el premio de la belleza.
Higinio, Fabulae, XCII


Introducción al mito
.....Aunque haya pasado a la historia del mito como juicio, en realidad fue más un concurso de elección de Miss Belleza Olímpica. Sea como fuere, pretexto, en todo caso, para ilustrar dos hechos fundamentales --en el sentido más estricto del término-- de la Grecia Clásica: uno, la relación directa entre dioses y hombres, en una época arcádica, de la que se reclamaba el origen de lo griego; y dos, consecuencia del primero, establecer la coartada perfecta --y majestuosamente proporcionada-- para el episodio más decisivo y célebre de cuantos dieran lugar a este estadio fundamental del mundo heleno: la Guerra de Troya, hecho recogido en esa obra primordial de la cultura occidental cual es la Iliada, del aedo más famoso de la antigüedad: Homero. 

.....Conocido como El Juicio de Paris, el hecho, lleno de símbolos que han perfundido nuestra cultura, narra un acontecimiento aparentemente trivial: con ocasión de la boda del mortal Peleo y la nereida Tetis (concertada al alimón por Zeus, dios de dioses, y su hermano Poseidón, soberano de los océanos, quienes pretendían los favores de la bella ninfa, para sortear el oráculo de Metis, que auguraba de ésta un hijo que sería más grande que su padre --y que no sería otro que el mismísimo Aquiles, engendrado ya por Peleo), Zeus invitaría a la misma a todos los dioses, menos a Eris, la Discordia, pues el Crónida no deseaba contratiempos insospechados; lo que no hizo sino crear un contratiempo mayor, pues la desairada diosa se cobraría cumplida venganza, urdiendo una ingeniosa estratagema al arrojar en medio de la mesa nupcial una bella manzana de oro en la que figuraba inscrita la leyenda "Para la más bella..."; lo que a la postre ocasionaría la disputa entre las tres diosas que pretenderían merecer tal título: Hera, Reina de las diosas y esposa de Zeus; Atenea, la partenogética y cefálica hija del Cronión; y Afrodita, la Hija de la Espuma... surgida de los órganos genitales de Urano, cortados con una hoz adamantina por Cronos y arrojados al mar.
.....Zeus zanjaría la cuestión sometiendo la decisión al arbitrio de un juez imparcial, quien decretaría, previo examen de las candidatas, quién debía llevarse la manzana y, por tanto, el título de la más bella. La elección de Paris para el judicial cometido no es gratuita: él mismo, cuando aún estaba en el vientre de la madre, Hécuba, fue protagonista y víctima de un infausto oráculo que le hacía responsable del desastre de su ciudad (y que se acabaría cumpliendo fatalmente), por lo que su padre, Príamo, rey de Ilión, queriendo librarse de este adverso fatum, ordenaría a un criado suyo, Agelao, que una vez nacido el funesto hijo lo dejara abandonado a las fieras del bosque; cosa que, por supuesto, el fámulo no hizo, sino que haciéndose cargo de él lo crió como un pastor, oculto en el monte Ida.
.....Prototipo, pues, de hombre no viciado ni corrompido por la dinámica social, educado en armonía con la naturaleza, y dotado genéticamente de sangre aristocrática, parecía el más adecuado para ejercer de juez en un tal juicio que debía declarar vencedora a una de las tres diosas más importantes e influyentes del Olimpo. El encargo se lo encomendó Zeus al heraldo olímpico por antonomasia, el rey de la palabra, el de ligeros pies, Hermes, quien, aprovechando su connivencia con el reino de Morfeo, utilizaría la senda onírica para llegarse hasta el príncipe troyano y comunicarle el mandato divino. Éste, no sin reticencias, aceptó. El Juicio se celebró, y el resultado es el que todos conocemos: la manzana de la discordia fue para Afrodita, quien, además de poseer una belleza más sensual y voluptuosa que sus rivales, le prometió al juez incidental poner en sus brazos a la mujer más bella de la tierra... que no era otra que Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta (e hija de Zeus y Leda, engendrada por éste bajo la forma de blanco cisne, episodio muy celebrado en el arte, por cierto). El resultado ya sabemos cual sería: Paris se llevaría a Helena con alevosía (la diosa cumplió e hizo surgir un apasionado amor entre ambos jóvenes), Menelao se enfurecería como un toro burlado, y Agamenón aprovecharía la ocasión para embarcar a todos los aliados aqueos en la conquista de Troya (ansiada por él, vanamente, con anterioridad).

.....El Juicio de Paris deja constancia en el arte en fecha tan temprana como el siglo VII a.C., y teniendo en cuenta que es excusa y obligado preámbulo de la Ilíada, y que ésta data del siglo VIII a.C, no es arriesgado aventurar que ambos episodios fueron simultáneos y que serían obra de ese cimiento cultural sobre el que se levanta la ascendencia divina de la Grecia Clásica.
.....Primero fue la cerámica y después la pintura y la escultura. El caso es que el Juicio se ha sustanciado como un motivo recurrente en el arte de todas las épocas. No es de extrañar, pues en esta historia hay mucho simbolismo, tanto patente como encubierto. Es ocasión para desplegar gran parte del panteón olímpico, para desarrollar el gusto por la belleza de los cuerpos, para establecer analogías intempestivas e inter-temporales, para urdir analogías o, simplemente, para recrear un ámbito mitológico con el que soñar...


Presentación de la Propuesta
.....La propuesta que voy a presentar aquí sigue la triada sagrada: texto (en este caso lírico), imagen (una oferta exhaustiva de cuantas representaciones artísticas se han hecho del Juicio a través de las diferentes épocas), y música (Nicola Pórpora será el encargado de amenizar melódicamente los cinco posts dedicados al tema; se adjuntarán tanto composiciones vocales --su más célebre producción--, como instrumentales --producción en calidad nada despreciable, aunque exigua, comparada con la ingente cantidad de óperas que compondría).
.....En cuanto al texto, éste tomará la forma de un Romance personae, es decir, romance con protagonistas, algunos de los cuales tomarán la palabra para intervenir directamente cuando el autor lo ha creído oportuno. El Romance, que consta de un preludio nueve actos, sigue una estructura periódica: tanto el preludio como los actos están compuestos por cinco estrofas de doce versos cada uno (octosílabos y con rima asonante; lo habitual y clásico del romance, vamos), siendo cada estrofa, por lo general, aunque hay salvedades, una unidad temática. Sesenta versos compondrán, pues, cada parte (preludio actos). Los posts serán cinco, y en cada uno incluiré dos partes (preludio y Primer Acto, en el primero; y dos actos en cada uno de los siguientes); por lo que cada post incluirá 120 versos.
.....Este Romance personae es un intento de poner en verso este episodio mitológico, introduciendo al mismo tiempo ciertas analogías con la actualidad, en cuanto a usos y costumbres, pero también en cuanto a implicaciones actitudinales y filosóficas, entre otros guiños y aproximaciones. Al fin y al cabo está compuesto por un individuo actual (aunque a veces no lo parezca), y las referencias culturales, previo filtro necesario para no convertir el intento en algo intemporalmente ridículo, son las que están flotando en el aire, este aire del ya siglo XXI.

.....En cuanto a la GALERÍA de imágenes: se ofrecen 185 obras de pintura/dibujo/grabado, y 61 obras de cerámica/escultura/otros, que se distribuirán del siguiente modo: Post I: Pintura 1 (s XV-XVI); Post II: Pintura 2 (s XVI-XVII); Post III: Pintura 3 (s XVIII-XIX); Post IV: Pintura 4 (s XX-XXI); Post V: Cerámica, escultura, otros (s VI a.C. - s XXI d.C). 
.....Las representaciones de El Juicio de Paris, siguen, en su mayor parte, el modelo tradicional, es decir: Paris, en hábito de pastor con el gorro frigio y la vara que lo habilita para actuar con atribuciones de magistrado, entregando la manzana dorada a la ganadora, Afrodita, en presencia de las otras dos rivales (más o menos contrariadas), y de Hermes, heraldo de los dioses, con la intromisión ocasional del Amor niño, junto a Afrodita, o de cupidones flotando alrededor. Las diosas, para ser identificadas convenientemente, suelen posar con alguno de sus atributos (yelmo, lanza o escudo, mochuelo o serpiente, en el caso de Atenea; pavo real, diadema real, manto imperial, en el de Hera; y el ya mencionado Amor niño, la venera o una pareja de palomas, en el de Afrodita). Habitualmente se busca un escenario bucólico y apartado, aunque en otras ocasiones se ofrece la escena en uno abierto. En otras representaciones los dioses son testigos del juicio, cosa que la leyenda niega, y, en fin, a veces sólo aparecen las tres rivales, estando el juez y el auditor, de forma elíptica, omitidos. La pintura gótica tiende a actualizar la indumentaria de los protagonistas, colocando a Paris revestido de armadura, y a las diosas con tocados de los siglos XV o XVI. Tradicionalmente se representa a los personajes desnudos, sobre todo a las diosas, salvo en las cerámicas griegas o romanas y en la pintura gótica y renacentista más temprana. Las representaciones más modernas, liberadas de rigideces formales, deudoras de la tradición, recrean más libremente el episodio, huérfanas de simbología y meramente centradas en la estética, o en la faceta más física del tema. 

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El Juicio de Paris
Romance personae

(Personajes PrincipalesHera, Atenea, Afrodita, Paris;
Personajes Secundarios: Eris, Zeus, Hermes, Poseidón, Peleo y Tetis)

Preludio

Tiene el Destino gobierno
sobre las cosas del mundo,
sobre dioses y sobre hombres,
su presente y su futuro.
Él es quien devana el hilo
de la vida a cada uno;
él quien urde, trama y teje
desde su azaroso huso.
Vanamente intentan todos
dirigir su propio rumbo,
pues el hado será quien
marcará a cada uno el suyo.

Es la libertad quimera,
entelequia, mero absurdo,
que los seres imaginan
poseer, los muy ilusos:
cuando pretenden fortuna
y cosechan infortunio,
cuando buscando placer
dolor hallan, y disgusto.
No parece sino que
guste mostrarse sañudo,
el Destino, con los seres
que disienten de su yugo.

Para muestra un episodio
legendario, de los muchos
que en la cultura del griego
clásico están inclusos.
Episodio, como cuantos
mitológicos asuntos
allí encuentran acomodo,
en figuras tan fecundo
que nunca dejó de dar:
en el arte, pingües frutos;
y, en la condición humana,
beneficios su usufructo.

El Juicio de Paris es
el suceso al cual aludo,
donde el Destino falló
contra un fallo libre y justo:
la elección de la más bella
de entre tres diosas supuso
cruenta guerra entre los hombres,
resultando el fin injusto
(pues las diosas agraviadas
al tomarse como insulto
el adverso veredicto 
contra el juez fueron de juro).

Y así Troya pagaría
con el fuego un cruel tributo
por ser patria accidental
del fatal jurisconsulto.
Mas, ya hollamos otro tema
que por lo vasto y profundo
corresponde a otro lugar
el tratamiento oportuno.
Sepamos pues, sin demora,
de esta historia todo al punto,
por boca de quienes fueron
protagonistas, por turno.

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Primer Acto
La Boda de Tetis y Peleo. La ira de Eris

Temen más que al cruel destino,
dioses y hombres, al oráculo,
guardándose de incumplir
lo que en él es anunciado.
De la hija de Nereo,
que en el mar tiene un palacio
con columnas de coral
y dinteles de alabastro,
predijo el solemne augurio
un vástago extraordinario,
que en todo superaría
a quien lo hubiera engendrado.

El gran Zeus, dios de dioses,
tonante señor del rayo,
y Poseidón, de los mares
poderoso soberano,
queriendo evitar el riesgo
de su ardor incontrolado,
desposar a la nereida
con un mortal acordaron:
un príncipe mirmidón,
hijo de Endeis y Eaco,
alumno sobresaliente
de Quirón, docto centauro.

En el monte Pelïón
se celebrarán los fastos
de la boda a la que asisten
todos los dioses, citados.
¿Todos? No, pues falta uno,
intrigante y antipático,
se trata de la Discordia,
que Zeus no ha convidado.
Tramará, furiosa, Eris
vengarse de tal agravio,
sirviéndose para ello
de un seductor engaño:

en una hermosa manzana
de oro cincela un mandado
que dice: A la más bella...,
en tono asaz enigmático;
y en medio de los divinos
y exultantes invitados
la arroja la muy taimada
por provocar zafarrancho;
cosa que logra, eficaz,
con un efecto inmediato:
tres son las diosas que pujan
por tan hermoso regalo;

Hera, la esposa del Crónida,
Atenea, de ojos zarcos,
y la hija de la espuma:
Afrodita, la de Pafos.
Las tres pretenden con saña
no el oro, sí el trato,
la dignidad de más bella
que en el oro está grabado.
Riñen las tres como diosas:
con denuedo, sin recato;
hasta que Zeus arbitra
solución al altercado.
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GALERÍA

EL JUICIO DE PARIS

PINTURA 1
s XV-XVI

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Unknown Artist, Italian School, 1430-40
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Apollonio di Giovani (Miniature of Bucolicon, Georgicon, Aeneis), 1450-60
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Francesco di Giorgio Martini, 1460
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Sandro Boticcelli (1445-1510)
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Sandro Boticcelli (1485-1488)
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Domenico Veneziano (Attributed) (1461)
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Raphael Sanzio (1483-15120/Marcantonio Raimondi (1474-1534) (Grabado) 
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Raphael Sanzio (1483-1520/Marcantonio Raimondi (1474-1534) (Grabado) 
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Master of the Argonaut Panels, circa 1480
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Master of the Argonaut Panels, circa 1480 (detail)
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Master of the Argonaut Panels, circa 1480 (detail)
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Enluminure 1450-1475
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Le Recueil des Histoires de Troyes, c 1495 (Enluminure)
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Girolamo di Benvenuto, c 1500
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LUCAS CRANACH the ELDER
(1472-1553)


Lucas Cranach the Elder, 1508
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Lucas Cranach, 1512-14 (KAM)
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Lucas Cranach, 1512-14 (KAM)
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Lucas Cranach, 1516-1518 (SAM)
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Lucas Cranach, 1527 (SMK)
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Lucas Cranach, 1527 (SMK)
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Lucas Cranach, 1528 (KMB)
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Lucas Cranach, 1528 (MET)
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Lucas Cranach, 1528 (MET)
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Lucas Cranach, 1530 (SKK)
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Lucas Cranach, 1530 (SLAM)
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Lucas Cranach, 1537-1540
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Pieter Coecke van Aelst (s XVI)
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Pieter Coecke van Aelst (s XVI)
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Niklaus Manuel Deutsch (1517)
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Niklaus Manuel Deutsch (1517)
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Maarten van Heemskerck (Heemskerck 1498-1574 Haarlem)
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Hans Sebald Beham (1500-1550)
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Juan de Juanes (1523-1579)
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Paolo Veronese (1528-1588)
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Mattias Gerung, 1540
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Jörg d.J. Breu, 1540
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Frans Floris, 1548
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Frans Floris, 1550s
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Lambert Sustris (1515/20-1584)
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Giovanni Battista Bertani / Giorgio Ghisi (1520-1582) (grabado)
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Giovanni Sons (1553-1611)
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Giovanni Sons (1553-1611)
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Joos de Momper (1564-1635)
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Abraham Bloemaert, 1564-1651
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Giulio Cesare Procaccini (1574-1625)
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Hans von Aachen, 1588
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Hans von Aachen, 1588
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Hans von Aachen, 1593
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Paris and Mercury, 1597
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Anonyme (après  Hans von Aachen), s XVI
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