miércoles, 6 de noviembre de 2013

Capilla de Sansevero: Revelaciones Veladas






PREÁMBULO
.....Hace tres años dediqué una entrada a esta singular obra arquitectónica (Capilla de Sansevero: Veladuras y Revelaciones) que es contingente de otras tantas obras de singular belleza, pero --y lo que la hace aún más interesante-- contingente así mismo de una hermética leyenda, cúmulo de realizaciones de simbología enigmática y de significaciones aún más misteriosas. Todo ello debido al genio heterodoxo de Raimondo di Sangro (Torremaggiore, 1710 - Nápoles, 1771), séptimo Príncipe de Sansevero, afincado en Nápoles, procedente de una de las más nobles estirpes de Torremaggiore, en Foggia, Apulia. Digno exponente del Siglo de las Luces, perteneciente al círculo ilustrado de la corte de Carlos III de España, en Nápoles, personaje curioso donde los haya, pasa por ser, además de militar (de exitosa carrera), hombre de ciencia y de letras, inventor y anatomista, letrado y académico, afecto al ocultismo y la alquimia y Gran Maestre de la Masonería napolitana. Hombre extremadamanete culto y políglota, pero, sobre todo, un amante del sentido subyacente de la vida, al que estaba abierto, por más que su educación jesuítica y su formación ilustrada, hicieran presumir de él un hombre piadosamente crítico y escépticamente religioso. Lo que sí parece cierto es que su alma fue crisol del saber de su tiempo, y que el temor de Dios (fue condenado por la Doctrina de la Fe, y obligado a retractarse de lo afirmado en su Carta Apologética --especie de fantasiosa interpretación de la cultura del Quipu incaico, y sus connotaciones teológicas, que pasaría a formar parte del Índice de Libros Prohibidos) no le apartó de seguir realizando sus investigaciones, inventos del más variado jaez, y a plasmar, en esa obra excelsa del barroco, cual es la Cappella Sansevero o Pietàtella, un proyecto iconográfico que va más allá de una simple habilitación de esculturas simbólicas: el proyecto de este bello mausoleo destinado a contener los restos de los Príncipes de Sansevero parece servir a una intención precisa y calculada, veladamente revelada

.....Una sola nave rectangular y ocho capillas, cuatro por lateral, semejan colosal cofre de lo fantástico. Aparentemente pudiera parecer una coqueta galería de arte barroco, una preciosa y proporcionada obra arquitectónica donde el arte florece en todos y cada uno de los espacios que abarca. Nada aquí se deja al azar, nada es sólo motivo decorativo. Todo tiene una razón de ser, una excusa, una intención. El culto a la muerte es aquí celebración de la vida, pero una celebración cargada de símbolos: sobre todo en los monumentos escultóricos, pero también en las pinturas de los esplendorosos frescos de la bóveda, o, incluso, en el laberíntico suelo. Algunas de las esculturas son aquí, además, prodigiosas realizaciones cuasi milagrosas, que han dado y dan lugar a todo tipo de pábulos. Por si esto fuera poco, en los sótanos de la capilla (antiguo lugar destinado a laboratorios donde el Príncipe Raimondo llevaba a cabo sus experimentaciones e inventos) se guardan algunas realizaciones inquietantes, cuales son sus máquinas anatómicas (especie de vaciado anatómico de tres cuerpos humanos, de varón, de mujer y de recién nacido, donde sólo pervive el esqueleto, algunas vísceras y la maraña ramificada que forma el sistema vascular). Todo ello contribuye a fomentar un ambiente propio de un relato, más gótico que barroco, de Bécquer o de Poe. 


Raimondo di Sangro, VII Príncipe de Sansevero

REVELACIONES VELADAS

.....A diferencia del tratamiento que los antiguos egipcios o chinos dieran a sus tumbas y edificios mortuorios, en que éstos semejan una especie de navíos bien provistos de todo lo necesario para el viaje hacia la otra vida, la vida después de la muerte, es decir, a diferencia de esos milenarios pueblos que apostaron, de distinta forma, por la continuidad del alma tras la muerte, y que, consecuentemente, en un patético intento de proveer al viajero de todo lo necesario para su nueva singladura, depositarían junto a su cadáver embalsamado todo tipo de riquezas y alimentos, a diferencia de estos pueblos, digo, en los monumentos funerarios de tradición clásica-occidental, menos creyentes de la resurrección de los cuerpos que de la transmigración o disolución de las almas en Dios (el que fuere), no se suelen enterrar tesoros, sino que suelen ser los mismos monumentos, en atención a la belleza artística que contienen, la mayor riqueza, que sirve de este modo de homenaje y memoria viva. Cuanto mayor es la dignidad que un individuo alcanza en vida, más difícil se hace abandonarla y caer en el olvido. Contra este olvido nace toda la tradición funeraria suntuaria: en Occidente orientada hacia la faceta artística, incluso en las construcciones más humildes; en Oriente o América, además, con acumulación de tesoros que han de servir al viajero para conservar esa dignidad en la otra vida.   

.....Nacen de esta forma las pirámides, los mausoleos, los túmulos, los monumentos religiosos (templos de todo tipo: cristianos, budistas, hindúes, islámicos) consagrados a la memoria de personalidades que se resisten a ser olvidados. Se celebra a la divinidad e íntimamente se confía en su amparo una vez llegado el momento de la muerte. Por eso es común, aunque elitista, encontrar altares en el interior de los templos, en tierra sagrada dedicada al culto de los dioses. En la tradición cristiana --por irnos acercando al motivo que nos ha traído aquí-- basta profesar un lugar eminente en la escala jerárquica de la iglesia, o ser un prohombre de generoso mecenazgo, para que sus restos en vez de reposar en lugar aparte, cementerio o cripta familiar, hallen cobijo bajo una lápida en el interior de la Casa de Dios. Así están sepultados casi todos los Papas de Roma en San Pedro, y muchos obispos y cardenales encuentran un lugar en iglesias y abadías de su jurisdicción, en vida. La Nobleza, en cambio, puede optar, en base a su alcurnia y peculio, por disfrutar de sus propios monumentos religiosos (capillas particulares, abadías dedicadas, templos por ellos erigidos, levantados con sus recursos). Este es el caso que nos ocupa. 

.....Los Sansevero son noble familia de Foggia, en Apulia, provincia situada sobre el calcañar de la bota de Italia, fronteriza con Campania, donde se asienta Nápoles y donde la familia tuvo a bien asentarse en el siglo XVI. Giovan Francesco di Sangro, duque de Torremaggiore, fue el primer Príncipe de Sansevero, quien combatiera al lado del Emperador de España y la Liga Santa en Lepanto, destacándose en la decisiva batalla. Él sería quien pusiera la primera piedra, en 1590, de una capilla dedicada a Santa María de la Pietà. Pero sería un descendiente suyo, Raimondo di Sangro, VII Príncipe di Sansevero, siglo y medio después, quien proyectaría y realizaría la Cappella Sansevero tal cual hoy la conocemos. Un proyecto nada azaroso y sí calculado hasta el mínimo detalle. El carácter del propio príncipe contribuyó a esta precisa orientación. La Pietàtella se convertiría en algo más que una capilla de advocación mariana para el culto fúnebre de la familia. Se convertiría en una Revelación Velada de verdades ocultas, de culto mistérico, de herméticos significados.

.....Raimondo, fiel a la iglesia católica por imperativo legal (y dignatario), tendría más oscuras y misteriosas fidelidades. Eran tiempos de Ilustración, de florecimiento de la Razón y la Ciencia sobre los saberes ancestrales, entre ellos la Alquimia y el culto a Hermes Trismegisto. De formación clásica y políglota, Raimondo era un apasionado curioso, investigador y experimentador. Coqueteó con saberes tenidos por la iglesia como heréticos; su pasión empírica entró en una aparente contradicción con sus creencias, de ello resultaría un totum revolutum que trazaba puentes increíbles entre riberas irreconciliables (para la ortodoxia). Como tantos en el seno de la iglesia de aquel tiempo, no podía resistirse a la tentación iluminista e ilustrada. El misticismo lo atrajo tanto como el empirismo, la conciencia de lo ultramontano latía fuerte en él. Puede decirse que incluso el culto a Santa María de la Pietà, advocación de la capilla familiar, en él, desde él, sufrió un cambio, una nueva interpretación, pasando a encarnar esta figura femenina, de manera velada o subrepticia, una traspolación del mito de Isis (lo que se vería después subrayado en la figura de la estatua dedicada a su madre, muerta joven: la Pudicizia). Es pues la Cappella, la Pietàtella, el sueño realizado de una mente fabulosa, el homenaje y la celebración de la vida sobre la muerte, de la vida tras la muerte; y en ella Raimondo, como si se tratase de un edificio codificado, colocó claves y significados minuciosa y expresamente concebidos para obrar un fin: especie de sortilegio de la piedra (el material más duradero) capaz de levantar el velo de Isis y penetrar sus secretos.


El Trío de la Excelencia

.....No es casualidad que las tres obras maestras escultóricas del pequeño, coqueto y armónico templo sean representaciones veladas --dos-- o en trance de liberarse de una red --la tercera. En el centro de la nave central, en el suelo, colocado entre las dos capillas más cercanas al altar mayor, se encuentra el prodigioso Cristo Velato, un Cristo cubierto por un sudario del que cuenta la leyenda tiene su origen en algún proceso alquímico llevado a cabo por Raimondo (cuando, en realidad no sea sino obra de la más prodigiosa excelencia escultórica de Giuseppe di Sammartino). A los lados, dos estatuas parecen custodiar el presbiterio: la Pudicizia, de Corradini, situada a la izquierda (desde el punto de vista del observador situado frente al altar), de extraña e inequívoca evocación fuertemente erótica y terrenal (la mujer: amante, madre, diosa), que quiere, dentro de su esplendoroso erotismo, ser modelo de Modestia, aquí cubierta de un velo que más logra sugerir que ocultar --velo que resalta y muestra, que excita la imaginación más que contenerla; y el Disinganno, a la derecha, obra milagrosa, más que portentosa, la de significación más compleja y densa, donde Queirolo lleva a cabo, en la red, una filigrana digna de un sortilegio o un pacto con fuerzas sobre --o infra-- naturales, y a la que también se achaca origen alquímico, representa la liberación de la ignorancia (o el pecado, según otros), es decir, la adquisición del vero conocimiento (o de la luz que redime) --por medio de la razón (el ángel que ayuda a desembarazarse de la red al cautivo, al tiempo que le señala el mundo, y la culpabilidad de los deseos mundanos en ese su cautiverio enredado)--, aquí encontraremos simbología iniciática masónica y hermética (Qui non vident videant, inscrito en bajorrelieve). Es curioso que estas tres obras sean las de más excelsa factura y al mismo tiempo las de más intrincado sentido.

.....Dos figuras veladas, una tercera enredada, tres mensajes codificados en piedra, tres mundos pétreos henchidos de significación... y de pasmo, en quien los observa. Qué duda cabe que en estas obras se logra trenzar dos realidades: la que todos conocemos, la aparente; y otra, sólo barruntada, quizá presentida, acaso sólo imaginada, pero en cualquier caso, buscada y querida. Obras que son puentes entre el más acá y el más allá, nexos a modo de trampantojos, como esas construcciones escherianas donde uno no sabe si sube o baja, se acerca o se aleja, va o viene. Dos son los impactos que estas figuras producen: uno en el sentido estético, ligado a la emoción artística; otro, en el sentido significativo, ligado lo intelectual; de la suma de los dos se nutre el alma, se enriquece el espíritu. Vuela la imaginación, aventada por la forma: el velo que revela, la red que deslumbra, la piedra viva irradiando calidez, excitando pasiones inconfesadas e inconfesables, turbando el ánimo contemplativo. Ella, él, la alegoría, santa trinidad de sexo difuso y confuso resuelto en emoción pura, en temblor de carne ante la piedra. Diálogo de la trinidad pétrea con el embeleso de quien se entrega a la contemplación. Rapto, abducción de los sentidos por los significados labrados en el mármol, de tan vivos palpitantes, con ese latir constante que expresa la piedra modelada.

.....El cuerpo de la dama, más cuerpo, más sensual, más eterno, tras el velo del misterio; carne viva constantemente tensada al infinito, flechadora de los ojos que se paran; carne, forma, cuerpo, eternidad que en el velo se revela y se demora. Aliento que Corradini pone dentro de lo informe cuando, golpe a golpe, lo transforma. Es la madre, la amante, la mujer, que se hace querer aunque uno no quiera; es una quimera de amor embutida en la piedra; es seductora ilusión que no yerra el tiro; es gemido y suspiro de pétreo compás; es revelación nada más, que desde el velo procura consuelo y arrebata la paz.
.....El cuerpo tendido, el Cristo rendido, simple hijo de un Dios subvertido; milagro inaudito que en sudario exquisito Sammartino labró. De gasa y de lino remedo la trama sutil apenas encubre, tortura en el cuerpo, los suaves contornos del sacro perfil. Corona de espinas, clavos de hierro y tenaza atroz, a los pies del misterio reposan y muestran su lado feroz. ¿Qué esconde ese velo? ¿Qué revela el prodigio? ¿Qué extraño sacrificio se ofrece así a ras de suelo? Describe la figura una conjetura del humano medrar: la belleza que se esconde, mira por donde, logra expresar emoción más intensa que si se muestra desnuda sin más.
.....La red prodigiosa, de trama imposible, nos logra atrapar. Mientras se libera el alma en la piedra, captura el cielo en la tierra la maestría de un Queirolo capaz. Atrapada el alma en la forma que así libre queda, en tal gesto encadena al espectador, que absorto contempla, embelesado, la excelsa, inaudita, labor. La estiman producto de alquimia y de magia, de artes eximias y soplo de gracia, y no falta razón, que es la inspiración y la diestra factura quien dotó de hermosura y fascinación a la piedra calada, nasa sutil, malla febril, que en el aire gravita como si nada, como si todo, tramado acomodo de mármol aleve en lo denso del éter, grácil filigrana. 

Escudo de Armas de la familia Di Sangro
(Grandes de España y Caballeros del Toisón de Oro.
Títulos otorgados por Felipe III de España)

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GALERÍA

CAPPELLA SANSEVERO, LA PIETÀTELLA
1590-S XVIII
. VISTAS INTERIORES

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Vistas Generales del Interior de la Capilla: hacia el Altar Mayor y hacia el Coro
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Cappella Sansevero - Naples - Tourism Media..Cappella Sansevero - Naples - Tourism Media
Dos Vistas del Interior de la Capilla, con el Altare Maggiore al fondo.
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Vista Interior de la Capilla: Al fondo el Altare Maggiore (la pintura de la Pietá en lo alto, la Deposizione en el centro y los Agnelli a los lados); en primer plano, abajo, El Cristo Velato. A la izquierda: la Dulzura del Amor Conyugal, Capilla con estatua de Santa Rosalía, Pudicizia y Monumento a Alessandro di Sangro, Patriarca de Alejandría (hijo del Primer Príncipe de Sansevero, Giovan Francesco di Sangro).
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Vista del Interior de la Capilla: El Cristo Velato en primer plano, a la izquierda. Al fondo, de izquierda a derecha: Disinganno, Altare di San Oderisio, Sincerità, Tomba a Raimondo di Sangro, Dominio di Se Stesi, Monumento a Paolo di Sangro (Sesto), Educazione.

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PLANOS DE PLANTA



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En el plano superior, más fiel arquitectónicamente, la situación precisa de las obras y su distinta categoría, por color.
Al plano inferior corresponden los números que aquí figurarán al lado de cada una de las obras (respetando color y ubicación).
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TRIO DE LA EXCELENCIA 
(Las tres esculturas más prestigiosas)

 CRISTO VELATO (1)
Giuseppe Sammartino (1720-1793)

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PUDICIZIA (11)
Antonio Corradini (1688-1752)
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DISINGANNO (14)
Francesco Queirolo (1704-1762)
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ESTATUAS de las VIRTUDES
(Alegorías)

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Dominio di se Stessi (Dominio de Sí Mismo), Francesco Celebrano (17)
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Amor Divino, a.d. (21) - Decoro, Antonio Corradini (3)
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Educazione, Francesco Queirolo (19) - Liberalità, Francesco Queirolo (5)
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Sincerità, Francesco Queirolo (16) - Soavità del giogo coniugale (Dulzura del yugo conyugal), Paolo Persico (9)
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Zello della Religione, Fortunato Onelli (7)
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Primer plano: Zello de la Religione (detalle). En segundo plano, a la derecha, sobre la puerta de entrada: retrato de Vincenzo di Sangro.
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OTRAS ESTATUAS

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Monumento a Cecco de Sangro, Francesco Celebrano (23)Monumento a Giovan Francesco di Sangro, quinto principe, Antonio Corradini (22)

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Monumento a Giovan Francesco di Sangro, primo principe, Giacomo Lazzari (6)Monumento a Paolo di Sangro, secondo principe, Giorgio Marmorano e Giacomo Lazzari (20)

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Monumento a Giovan Francesco di Sangro, terzo principe, Antonio Corradini (2)Monumento a Paolo di Sangro, quarto principe, Bernardino Landini e Giulio Mencaglia (4)

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Monumento a Paolo di Sangro, sesto principe, Antonio Corradini (18)Monumento ad Alessandro di Sangro, patriarca di Alessandria, a.d. (12)

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Altare de Santa Rosalia, Francesco Queirolo (10) - Altare de San Oderisio, Francesco Queirolo (23)
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OTRAS OBRAS Y PINTURAS

ALTARE MAGGIORE (13)

Vista General. A un lado y a otro de la Deposizione los ángeles de Paolo Persico
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Pietà, a.d.
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Deposizione, Francesco Celebrano
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Altare Maggiore - Deposizione, Francesco Celebrano (detalle) (13)
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BÓVEDA de la NAVE CENTRAL (24)
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Bóveda de la Capilla de Sansevero: Gloria del Cielo o Paradiso di Sangro, Francesco Maria Russo (1749)
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OTRAS

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Retrato de Vicenzo di Sangro, Carlo Amalfi (8) - Madonna y Niño, Giuseppe Pesche (28)
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Tombra di Raimondo di Sangro, Francesco Maria Russo (25)  -  Pavimento Labiríntico, Francesco Celebrano (26)
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MACCHINE ANATOMICHE (27)
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