jueves, 17 de junio de 2010

CONTRACULTURAS: el presente del pasado

Allí estaba él, en medio de la noche, mirando las estrellas y no viendo más que un inmenso vacío en su cabeza, un vacío que le daba vueltas y vueltas;estrellas y palabras en tumultuosa confusión, dando vueltas en un vacío de nada, relleno de nada con crema de vacío por encima.
Se inclinó hacia adelante y el
vómito salpicó la acera desierta; en el silencio de la madrugada sonó como si se hubiera abierto una fuente de repente. Dos arcadas más sin resultado satisfactorio y se incorporó lentamente tanteando en el aire como si quisiera asirse a una pared inexistente, trastabilleó y estuvo a punto de caerse, le salvaron los reflejos adquiridos tras años de dura disciplina corporal. Al final pudo acercarse a un árbol, se abrazó a él, estaba agradablemente frío y húmedo, seguramente había llovido mientras el se esforzaba en apurar las existencias de Lagavulin del Black Note, local de jazz al que solía asistir los sábados por la noche que no se quedaba en casa escribiendo, escuchando su colección de vinilos de Johann Sebastian Bach o de Bill Evans, o trasteando cuerpo a cuerpo con una ninfa cazada al descuido (entiéndaseme, que, aquí, el término Ninfa está propuesto en relación al Fauno que él se creía, no porque sus ligues ocasionales fuesen de tierna edad; antes bien le gustaban con la lección bien aprendida: ya no tenía edad ni, por tanto, tiempo para enseñar a ninguna inexperta muchachita las artes más sutiles y refinadas, si desenfrenadas, del amor más lúbrico y refinado).

Desde que le abandonó Bris no había dado pie con bola, antes bien, no tuvo mas que traspiés. Su sensible corazoncito de amante hiperbólico estaba tocado, no veía la manera de recobrar el equilibrio que tan caro le era. Oscilaba entre el misticismo más sublimemente onanista y el desenfreno de las conquistas ocasionales, No tenía término medio, ni lo quería.

Lo peor de todo es que debía tener listo para la mañana siguiente un artículo sobre el movimiento Contracultural en EEUU, aquella época que ya anunciara el bucólico de Walt en sus Hojas de Hierba y que Jack Kerouac, Allen Ginsberg o Williams Burroughs llevarían a cabo como apóstoles de un cambio de signo en las letras y las costumbres de la sociedad americana -lo que tomaría el nombre de Cultura Beat-, y que daría lugar al movimiento hippie de los Sesenta.
No sabía cómo iba a poder cumplir su compromiso para con el dominical. No era muy tarde, pero no le quedaban más de dos o tres horas para tenerlo listo.

La cabeza se le fue despejando tras desembarazarse del alcohol y los restos de hamburguesa de su estómago. Ahora quedaba frenar los giros al ralentí de su cabeza y dejar que se fueran llenando de ideas. Pero debía acelerar el proceso. Comenzó a respirar: ya profundamente, ya agitadamente, intentando eliminar el máximo posible de alcohol de su sangre. Camino a casa se topó con una de esas máquinas encadenadas a la pared llenas de bebidas refrescantes y agua, sobre todo agua. Acertó a meter una moneda por la ranura, tiro... y tuvo suerte: una botella rodó hasta la abertura frontal; cogió la botella, la abrió y echó un buen trago.
- Esto está mejor, se dijo para sí.
Inició el camino a casa, a la que llegó quince minutos después, no sin antes haber evacuado los fondos de estómago baldeados con el agua...


Entró, se fue directamente al escritorio, encendió el ordenador, y pasó por el baño a meter la cabeza bajo la ducha; después se puso cómodo: pijama de algodón holgado y sandalias abiertas; pasó por la cocina y puso la cafetera al fuego -algo ayudaría-; mientras subía el café, volvió al escritorio, depositó la botella de agua que traía de la calle sobre la mesa, colocó ordenadamente los cuadernos de notas y los bolígrafos-rotulador, y al elefante indio engalanado que tenía delante, sobre la repisa, lo giró hasta que estuvo mirándole de frente. Volvió a la cocina; el café ya estaba listo. En una bandeja china laqueada colocó la cafetera con la azucarera -donde la melaza cristalizada de caña de la Isla de San Mauricio parecía no detenerse nunca- y un servicio de café, y lo llevó a la mesa de trabajo.

Como le era ya habitual, para ayudarse en la inmersión que debía realizar, acudió a la música: seleccionó algunos temas de quienes son tenidos por abanderados de aquella cultura imbuida de libertad y transgresión que acabó como acabó al ser impotente para traducir todo aquel caudal de imaginación, creatividad y libertad sin límites en realidades que supusieran verdaderos cambios sociales. Fueron flores de un día, bellísimas, eso sí, pero simples destellos, fogonazos cuya energía nació y murió tan pronto como su genio se dilapidó, consumido velozmente por las drogas y el alcohol. Generación bendecida que acabó siendo maldita. The Doors, Jimmi Hendrix, Janis Joplin. Le apetecía hacerles este homenaje, a ellos se encomendó como si de musas se trataren.

Comenzaba el reto: dos horas por delante; un artículo sobre la Contracultura Americana y, por ende, las contraculturas de todo tiempo y lugar, los cambios rupturistas, las revoluciones culturales y sociales que suponen; y todo ello desde el latir de las obras de sus heraldos: los polvos que darían lugar a lodos donde se acabaron embarrando tantas ilusiones...


CONTRACULTURA.
Se denomina contracultura a los valores, tendencias y formas sociales que chocan con los establecidos dentro de una sociedad. Aunque hay tendencias contraculturales en todas las sociedades, el término contracultura se usa especialmente para referirse a un movimiento organizado y visible cuya acción afecta a muchas personas y persiste durante un período considerable. Así pues, una contracultura es la realización, más o menos plena, de las aspiraciones y sueños de un grupo social marginal. Podemos considerar ejemplos como elromanticismo del siglo XIX, la bohemia que se inicia en el siglo XIX y dura hasta hoy, la Generación Beat norteamericana de los años cincuenta, los movimientos contraculturales de los sesenta, influidos por la Generación Beat, el movimiento hippie nacido en los años 60 en Estados Unidos de América y el movimiento punk de finales de los setenta hasta hoy.

La palabra puede entenderse en dos sentidos: por una parte, constituye una ofensiva contra la cultura predominante; por otra parte, como una "cultura a la contra" que permanece (al menos en un primer momento) al margen del mercado y los medios de formación de masas, en el underground. Se trata, pues, de manifestaciones culturales que se presentan como alternativa a la cultura predominante, generalmente preservadas y transmitidas por pequeños grupos sociales.
Los grandes iniciadores de la revolución contracultural fueron los beatniks: Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs, forjadores de la identidad inconformista y, a la postre, cimientos del movimiento hippie.


Dediquemos, pues, un lugar a cada uno de ellos dándoles voz a fragmentos de sus obras emblemáticas:

Jack Kerouac.

Pájaros cantando
en la oscuridad
- Lluvioso amanecer.
Birds singing
in the dark
- Rainy dawn.

Cabeceando contra
la pared, las flores
estornudan.
Nodding against
the wall, the flowers
Sneeze

El sabor
de la lluvia
- ¿Por qué arrodillarse?
The taste
of rain
- Why kneel?

Y el silencioso gato
sentado junto al poste
Percibe la luna
and the quiet cat
sitting by the post
Perceives the moon


Bruma antes de la cima
- el sueño
Continúa.
Mist before the peak
- the dream
Goes on

Si salgo ahora
mis garras
se mojarán
If I go out now,
my paws
will get wet

No hubo telegrama hoy
Sólo más hojas
cayeron.
No telegram today
only more leaves
fell.

Chasquea tus dedos
detén el mundo
la lluvia se acrecienta.
Snap your finger
stop the world -
rain falls harder.

Solo, en viejos
ropajes, saboreando el vino
bajo la luna
Alone, in old
Clothes, sipping wine
Beneath the moon

Bajo el sol
la mariposa aletea
como la ventana de una iglesia
In the sun
the butterfly wings
Like a church window

Antiguo antiguo mundo
- faldas apretadas
en el auto nuevo
Ancient ancient world
-tight skirts
by the new car

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Allen Ginsberg.

AULLIDO (FRAGMENTOS)
He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.[.]
[.] Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajándole espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento.[.]
[.] Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas.[.]
[.] Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para África.[.]
[.] Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos.[.]
[.] Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara.[.]
[.] Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia.[.]
[.] Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago.[.]
[.] Quienes cantaron por sus ventanas de desesperación, cayeron de la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, brincaron en negros, gritaron por toda la calle, bailaron descalzos en trozos de copas de vino rotas grabaciones de fonógrafos de la nostalgia Europea jazz alemán de 1930 terminaron el whisky y se lanzaron gemebundos en baños sangrientos, gemidos en sus oídos y la ráfaga colosal del silbido del vapor.[.]
[.] Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años. [.]

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William Burroughs.

Hermosa, la ira de un gato ardiendo con puro fuego felino

Soy el gato que camina solo. Y para mí todos los supermercados son lo mismo. El gato no ofrece servicios. El gato se ofrece a sí mismo. Por supuesto que quiere cuidado y refugio. No se compra al amor por nada. Como todas las criaturas puras, los gatos son prácticos.

El gato blanco simboliza la luna plateada metiéndose en los rincones y limpiando el cielo para el día que viene. El gato blanco es ''el que limpia" o ''el animal que se limpia", descrito por la frase sánscritaMargaras, que quiere decir ''el cazador que sigue la pista; el investigador; el sin huella". El gato blanco es el cazador y el que mata, su ruta iluminada por la luna plateada. En total oscuridad, lugares y seres escondidos se revelan en esa luz suave e inexorable. No puedes sacudirte tu gato blanco porque tu gato blanco eres tú. No te puedes ocultar de tu gato porque tu gato blanco se oculta en ti.

Una iniciación nazi para los altos rangos de la SS era arrancar el ojo de un gato mascota después de haberlo alimentado y mimado por un mes. Este ejercicio estaba diseñado para eliminar todo rastro de venenosa piedad y moldear a un perfecto Übermensch (superhombre). Involucra un postulado mágico muy sólido: el practicante adquiere condición superhumana al realizar algún acto atroz, asqueroso, subhumano. En Marruecos, hombres de magia obtienen poder al comerse su propio excremento.

¿Pero sacarle los ojos a Ruski? Apilar sobornos hasta el cielo radioactivo, ¿de qué le sirve a un hombre? Yo no podría ocupar un cuerpo capaz de sacarle los ojos a Ruski.

¿Entonces quién se adueñó del mundo entero? Yo no. Cualquier oferta que incluya intercambio de valores cualitativos como el amor animal por ventaja cuantitativa no es sólo tan deshonrosa y errónea como sólo el hombre puede, sino también idiota. Porque tú no obtienes nada. Has vendido tu tú.

''Bueno, ¿cómo te arrebata un cuerpo joven, hermoso y pelirrojo?". Sí, El siempre encontrará a un mamón como Fausto, que vende su alma por una correa. Si quieres sexo adolescente, tienes que pagarlo con miedo, vergüenza y confusión adolescente. Para disfrutar algo tienes que estar allí. No puedes simplemente pasarte al postre, queridito.

Y he ahí a mis gatos, ocupados en un ritual de miles de años, lamiéndose tranquilamente después de comer. Animales prácticos, prefieren que otro los provea de comida... hay quienes lo hacen. Debe haber habido una ruptura entre los gatos que aceptaron domesticación y los que no.

No odio a los perros. Pero odio lo que el hombre ha hecho de su mejor amigo. El gruñido de una pantera es en efecto más peligroso que el gruñido de un perro, pero no es feo. La ira de un gato, ardiendo con puro fuego felino, es hermosa: todo su pelo erizado y soltando chispas azules, ojos candentes y rasgantes. Pero el gruñido de un perro es feo, un gruñido de chusma redneck linchante, gruñido de racistas rabiosos... Gruñido de alguien con la calcomanía ''Mata a un marica por Cristo" en su auto, gruñido cargado de autoritarismo. Cuando ves esas fauces estás viendo algo que no tiene cara propia. La ira del perro no es suya. Está dictada por su entrenador. Y la ira de la chusma linchadora es dictada por condicionamiento.

El momento de mimar a un gato es cuando está comiendo. Ese no es el momento de mimar a un perro. Está bien mimar a un gato dormido. Se estira y ronronea en el sueño. Mejor dejar a los perros dormidos. Recuerdo en un festival de poesía en Roma, cuando John Giorno y yo bajamos a desayunar. Un perro estaba durmiendo en el descanso.

''Este perro es muy amiguero", dijo John, y se agachó a acariciar a la bestia, que gruñó amenazadora mostrando sus dientes amarillos.

Por largo tiempo no dejé entrar a Ginger en la casa, pero tuvimos una onda fría de quince bajo cero y cuando la temperatura bajó de veinte, acechado por el pensamiento de encontrar su cadáver congelado en el porche, la tuve que dejar entrar. Ruski no asomaba ni la nariz a la puerta. Su segundo embarazo fue en el invierno siguiente y tuvo a los gatitos en la casa, en una canasta que preparé para ella. Y por supuesto se quedó a cuidar los críos. Regalé dos cuando los gatitos cumplieron diez semanas. Y Ginger seguía buscándolos y llorando de cuarto en cuarto, mirando bajo la cama, bajo el diván. Decidí que esto no lo podía hacer otra vez. Durante siglos Ginger había estado pasando por esto.


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