jueves, 3 de junio de 2010

Toccata y Fuga


Como bálsamo -tenue- a la barbarie amortiguada que diariamente se perpetra en Palestina. Yahveh, Yahveh, cuánta injusticia en tu nombre: a tí, el Dios Justiciero, el Dios del "ojo por ojo, diente por diente", a ti te enarbolan quienes perpetran contra otros lo por ellos padecido. Ilumínalos, Yahveh, para que su reino sea el tuyo, un Reino de Justicia, sí, pero tambien de Amor, de Compasión -de pasión compartida con el Otro.
Un Reino donde todos quepan: quienes estaban y quienes vinieron, quienes regresaron y quienes nunca se fueron. ¿Por qué el Dios de Israel debe de ser un Dios Justiciero en vez de un Dios Justo? ¿Por qué los que en sus carnes han sufrido la ignominia del exterminio deben, a su vez, inflingirlo en otros? ¿No veis el llanto de vuestros niños en los ojos de aquellos que quedáis sin casa, sin padres, sin hermanos?
Mi tradición es la del Libro, y el Libro está lleno de historias maravillosas, historias que, para variar, podíais compartir con vuestro vecinos en las plazas y en los hogares, en lugar de arrojárselas encima de la cabeza con misiles y proyectiles, o imprimiéndosela en las espladas con las cadenas de vuestros tanques. Historias maravillosas, no historias infamantes.

Palestina, Palestina; Israel, Israel. Estáis condenados a entenderos. Yo, así lo creo.
Mientras tanto, dolor y más dolor (lo siento, Brisa, sé que no te gusta, pero no puedo reir).
Para mitigar ese dolor y ocultarlo por voces que no son gritos ni quejas, sino armonía que se resuelve en una plegaría tan profunda como la esperanza del hombre,




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Amanecer. Sol y nubes, siempre, esperanza.
Para ti, amigo, que visitas este blog. Este es nuestro Dios, el Dios de la música y la madre de todos los corderos. Ésta, no por ser una de sus piezas más conocidas -si no la más- no deja de poseer el carácter de declaración del intenciones de este genial ser humano tocado por los dioses. A él nos encomendamos día sí, día también, para ambientar nuestra maravillosa vida de gozosos transeúntes a pesar de la que está cayendo.
Salud y que tus deseos más queridos se vean cumplidos.

Mi Pirineo, dijo:

Ah, Bendito y Bendecido Bach, Baluarte Bravío y Bello Bastión de Belleza Brillante... El día en que descubrí tu Música creí que ningún ser humano podía haber sido capaz de legar semejante torrente de inspiración; hoy, consagrado a tu persona, rendido a tu Obra y colmándote de pleitesía a cada momento del día, descubro que sí, que un ser humano, inspirado por la gracia de los Ángeles, henchido de toda la fuerza musical imbuida por los Arcángeles, y tocado directamente por la mano de Dios, podía dejarnos un retable de ingenio insuperable, inabarcable e inefable... Tu producción es tan sobrehumana que acercarse a ella debe hacerse siempre con la humildad y admiración más excelsas; y tu dominio de la armonía, el contrapunto y las tonalidades es tan océanicamente insuperable, que todos cuantos escuchamos tus obras quedamos anonadados, cerramos los ojos, abrimos el alma y callamos pues nada hay que añadir ante tamaño y soberbio desenfreno de genialidad... Loado sea por siempre Bach, aleluya, aleluya, demos gracias a Bach, aleluya, aleluya. Abrazos. (P.D.: ¿Para cuándo una asignatura en todos los niveles de Enseñanza, llamada Bach?