lunes, 28 de junio de 2010

Desamor enamorado

Hay un desamor que es tragedia y, en el peor de los casos, olvido, fraguado en el hastío, en el día a día no vivido del amor en retirada.
Es un desamor sórdido, con sordina; producto de la muerte lenta, del agotamiento, de la consunción de la pasión y el entusiasmo en el quererse.
Es el desamor más genuino porque es un amor que se deshace, se desmorona o se deslíe por falta de sustancia amalgamante, de aglutinante, que cohesione los dos seres en uno que es más que dos, porque de esta cohesión necesaria subsistirá la especie que se precie en subsistir.
Desamor de papel sepia y pátina de tiempo, desamor de otoño mantenido, de invierno; desamor de pergamino ajado, desamor de solar abandonado y yermo. Es el desamor más triste porque no se siente, no se le ve venir, no se queja, no avisa, y se le consiente por desapercibido. Desamor de cansancio de no haber corrido, desamor de imaginación en huelga permanente, de desánimo por lo no vivido; desamor analfabeto, inculto, de amor no cultivado, en barbecho. Aridez de desamor el de los amantes que no llegaron a serlo, porque su amor fue tan leve, tan superficial, que sin sentir se fue muriendo...
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Pero hay otro desamor que es todo furia, exceso desmedido; un desamor rabioso por todo lo no vivido. Un desamor en venganza, que vengarse quiere de lo ya ido en un futuro imposible a golpes de sinsentido. Un desamor en frenesí, un furor que dice sí, cuando el no ya se ha instaurado; un desamor enamorado del amor que dijo sí y del amor que, no vivido, se aplazó, por presentido, para un tiempo por venir. Ese desamor, amigos míos, es más fuerte que el amor y más fecundo, en su convulso temblor, cuanto más deseoso fuere que el amor que ya sintiere y, sintiéndolo, muriere sin hallar satisfacción.


Es un desamor que crea y que cree en el crear; que sin crear, acaso, se muriera quien, así, feliz sintiera su profundo desear. Es el desamor triunfante, el de la derrota victoriosa; pues se siente, en la desgracia, más vital y jubilosa en su exceso de sentir que cuando amor campeaba en una previsible batalla de un continuo decir sí. El desamor enamorado, quien el no revierte en por afirmación soberana de un sentir que en negación busca una solución que, siendo afirmación, le permita vivir mañana. Desamor a cien por hora, bólido a corazón abierto, recorriendo el campo incierto de un sentimiento que no se amilana: un quererte aunque no quieras que te quiera sombra vana; un quererte soberano al alcance de la mano de quien, así, se proclama adalid del desconcierto... afinado y melodioso, cadencioso o desbocado con que el corazón abandonado responde de viva llama. Un soberbio puente colgante tendido entre dos riberas, cada una con su bandera, frontera que es de dos almas: eso es el desamor enamorado, el que sigue amando, sin cuidado, a pesar de las distancias; a pesar del abismo abierto, tan perfecto, a los pies de los que amaron, separándoles, siniestro, como dos tierras lejanas.

Desamor enamorado, audaz e impertinente, como un santo penitente a las puertas de un prostíbulo; reo irónico en el patíbulo riendo divinamente la suerte que le es esquiva y que esquiva felizmente enfrentando su infortunio embriagándose de junios y de mayos en su mente.
Es el desamor enamorado engendrador y lujurioso, frenético fornicador de lo Bello y candoroso; sátiro o fauno férvido a la caza de la ninfa, sea náyade u ondina, oréade o nereida, que busca engendrar en belleza lo que el amor le niega, y negándole le impulsa a la corriente de la vida donde se sumerge embriagado de un dolor que no escatima y, golpeándolo, lo ilumina.
Desamor fecundador, más que el amor, harto en linajes de excelso y divino arte: pues crea lo que no existe, de la carencia forja existencia en su ímpetu imparable por tener lo que no tiene, lo que le abrasa y le mantiene en un estado febril de eterno cielo en abril y de hormiguero en septiembre.


Tiene avidez de engendrar, el desamor enamorado, en las cosas por
nacer, en el espacio aún no hollado, en esas vestales tan carnales, que bellas, cual doncellas, cardinales, se incardinan en la fértil imaginación que buscando solución a la cruel separación del sujeto, que es amor, no la encuentran mejor que en ese continuo yacer con el tierno amanecer de la idea que recrea lo que ya el amor perdió.
Dolor que en placer se funde cuando la idea difunde su cuerpo inmaculado por las arterias ardientes, si valientes, de un amor finiquitado, convirtiendo, así, el abismo en cumbre; en vuelo no tripulado al confín del universo el corazón mal aparcado por un destino adverso, que lo dejó abandonado por cansado de tanto exceso.
Es el desamor enamorado colmo del amor en verso suelto, que revuelto, agudiza el ingenio por crear lo no creado, por robar brillo a una estrella y convertirlo en universo de corazón atormentado por un sentimiento extraño: mitad placer, mitad daño, en confuso bien yacer de constante renacer a golpes de imaginario.


Desamor enamorado, benefactor del talento, estímulo del noble genio y del innoble sustento de un corazón malherido, por el amante perdido, que perdiendo, sale ganando pues gana al producir obras, que son amores, desamores respirando.
Horizontes mejores acabará divisando, el desamor enamorado, que la piel entre sudores entregada a batallas de amor y llanto, embargado el vientre en un frenesí de catárticos espasmos: ese eterno decir sí a una pequeña muerte que se divierte sin morir, y que siendo colmo del vivir es un morir gozando.
Ebrio de desamor enamorado el artista se entrega, desenfrenado, a la tarea de crear para olvidar el amor que le ha dejado un regusto a deseo postergado que no puede silenciar: lascivo en el mirar, desnuda una a una las ideas, que impregnadas de belleza acuden a su muladar -esa imaginación calenturienta donde apenas consigue lo que intenta en su continuo desear- seduciendo a la más hermosa que, generosa, a él se entrega.
Y así crea el desamor enamorado, y creando se recrea, sublimado ya el dolor en gozo entusiasmado por la obra que, parida, lágrimas pide de alegría a un corazón anegado en llanto.



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Links de interés

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Ilustró el Desamor Enamorado:
Gustav Klimt (1862-1918)
El Beso
Las ondinas
Adán y Eva
El Abrazo
DánaeNegrita

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Música del Desamor Enamorado
Henryk Górecki (1933- )
Sinfonía nº 3 Op 36
"Sinfonía de las Lamentaciones"
(Fragmentos de los mov. 1 y 3, mov 2 completo)

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